44. Reiko Frente al Espejo.

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Con los ojos llenos de lágrimas, Siara miró el video por décima vez. No podía creer que Erika se hubiera sometido a semejante humillación... ¡y por esa puta de Farah Abdul! ¡La putita de Fermín Lanzani!

Lo que más le dolía era escuchar la parte en que Erika le decía a Xamira: «Me rompieron, amiga... me rompieron». Nunca se imaginó que alguien sería capaz de llevarla a ese punto de devoción.

La puerta del dormitorio se abrió, Siara ni siquiera levantó la mirada.

—Hey ¿qué te pasa? —Era su madre, Verónica LeClerc—. No bajaste a almorzar... y por lo que veo ni siquiera saliste de la cama. —Su hija tenía el cabello negro hasta los hombros todo despeinado y estaba completamente desnuda—. ¿Fuiste al instituto?

—¿Hay algún problema si no fui?

—No, ninguno. A mí me da igual si vas o no vas. Solo preguntaba. —Verónica entró caminando lentamente, como si se acercara a un animal herido potencialmente peligroso. Se sentó en la cama y acarició la pierna derecha de su hija—. Me preocupa verte así. Siempre fuiste una chica muy activa. ¿Es por Erika, cierto?

—¿Viste el video?

—No vi ningún video.

—¿Y cómo sabés que estoy así por ella?

—Porque soy tu mamá. Te conozco. Sé lo mucho que te importa Erika. Es más que tu mejor amiga —Siara miró a su madre con ojos llorosos—. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Querés contarme? Sabés que conmigo podés hablar de cualquier cosa.

—¿Hoy no tenés que hacerte chupar la concha por una de tus modelitos?

Verónica mostró una sonrisa desafiante.

—No, hoy no. Mañana sí. Vienen dos pendejitas nuevas... preciosas. Se mueren de ganas de modelar conmigo. Las voy a tener comiendo concha toda la tarde, hasta que aprendan a hacerlo bien. ¿Te querés sumar?

Siara no esperaba una respuesta tan sincera. El corazón se le aceleró. Empezó a sentir esa descarga de adrenalina y poder que tuvo cuando Corea y Ludmila le chuparon la concha.

—¿Puedo hacerlo?

—¡Claro! Cuando quieras. Me gustaría tener una segunda opinión.

—¿Por qué hacés esto? ¿Por qué el requisito para modelar con vos es que te chupen la concha?

—Porque puedo. Porque quiero. Porque me gusta ver a las chicas comprometidas. Después se esfuerzan más. —La mano en el muslo de Siara subió, la punta de los dedos de Verónica rozaron sus labios vaginales—. Y sobre todo, porque me calienta muchísimo. No hay nada más lindo que tener a una rica pendeja comiéndote la concha. En especial cuando se esfuerzan por hacerlo bien.

—Y porque te gusta la concha.

—¡Claro! ¿A vos no? —Le acarició suavemente uno de los labios vaginales. Siara se estremeció—. Me sentiría muy desilusionada si a mi única hija no le gustan las mujeres. Imagino que debés coger mucho con Erika.

—No, y ese es el problema.

—Uy, nos estamos acercando. ¿De verdad nunca cogiste con ella? Las vi manoseándose más de una vez.

—Sí, pero fue solo eso.

—Y vos querés acostarte con ella. —Silencio—. Vamos, Siara. Quiero que seas sincera conmigo. —La caricia de su dedo se fue acercando más al centro de la concha.

—Sí. Antes no lo tenía claro, pero ahora sé que quiero acostarme con ella.

—No creo que te cueste mucho. Se nota que a Erika le gustan las mujeres.

Intriga Lasciva - El Instituto.Where stories live. Discover now