04. En Búsqueda de la Verdad.

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Erika y Siara acordaron reunirse con Xamira en el salón del instituto que servía como sede del club. Las dos amigas llegaron alrededor de las dos de la tarde y encontraron a Xamira sentada en el pasillo.

―Hey, hola ―saludó Erika, con gran entusiasmo―. ¿Hace mucho que estás acá?

―Mm... como unos veinte minutos ―dijo Xamira, luego de consultar la hora en su celular.

―¿Y por qué no fuiste a secretaría a pedir la llave del salón? ―Preguntó Siara.

―No sabía que me la iban a dar.

―Sos miembro del club, nena ―dijo Erika―. Y nosotras dejamos dicho que cualquier miembro del club puede solicitar la llave de la sede del club cuando lo necesite.

―Ah, es un buen dato para tener en cuenta. ―Xamira se puso de pie y aguardó mientras Siara abría la puerta―. ¿Tuvieron algo de suerte con la investigación?

―Sí, mucha ―dijo Erika, con su característico entusiasmo―. Pasá, tenemos que contarte. No te dijimos nada por teléfono porque esto lo tenés que ver con tus propios ojos.

―Ay, no me asusten... no me digan que descubrieron la cara de Dalma en algún video.

―No, eso no ―dijo Siara―. Ni siquiera podemos estar seguras de si se trata de Dalma o no. En ese punto estamos como al principio. Pero lo que encontramos es muy bueno. ¿Te acordás que dijimos que los números en el video podían significar que se trataba del quinto, de siete fragmentos?

―Aja...

―Bueno, ahora estamos seguras de que eso es así. Vamos a oscurecer todo y te mostramos lo que encontramos.

Las tres integrantes del club se apresuraron a correr las cortinas y a conectar la laptop de Siara al televisor. Una vez más Erika proveyó auriculares para todas. Cuando las tres estuvieron instaladas frente a la pantalla, Siara reprodujo el video.

Xamira lo miró con creciente asombro. Era tan explícito como el anterior. Aquí se podía ver, todo el tiempo, la concha filmada en primer plano. Los tipos se fueron turnando uno por uno para penetrar a la chica y cada vez que alguno colocaba la verga a la altura de su cara, ella se apresuraba para agarrarla y empezar a chupar.

―Se ve parte del mentón ―dijo Siara―. Desde abajo. Así que, cuando puedas, sacale fotos a Dalma desde esa posición.

―Está bien.

―Y vamos a necesitar fotos de su concha... varias, y en primer plano ―aseguró Erika.

―Bueno, ya tengo algunas de esas... si quieren podemos empezar a hacer comparaciones. No es lo que más me entusiasma, pero si encontramos cualquier detalle que indique que esa chica no es Dalma, la vida va a ser mucho más fácil para ella.

―¿Y cómo piensa demostrarle a todo el mundo que esa concha no es la de ella? ―Preguntó Siara―. ¿Acaso piensa subir fotos desnuda para que todos puedan comparar?

―Dalma dijo que estaría dispuesta a hacer eso ―la respuesta sorprendió a Erika y a Siara―. Pero lo haría solo si es la última alternativa.

―Pobrecita, debe estar desesperada ―dijo Erika.

―Sí. La está pasando muy mal. Creo que hoy voy a visitarla otra vez, para ver cómo anda.

―De paso podés aprovechar para sacarle más fotos ―sugirió Siara.

―Eh, sí... obvio.

Xamira sabía que no estaba siendo del todo sincera, pero ¿por qué lo sería? si apenas conocía a Erika y a Siara. Lo que tenía preocupada a Xamira era lo que pasó segundos antes de que ella abandonara el cuarto de Dalma. ¿Por qué Dalma había intentado lamer su clítoris? Estuvo toda la noche mortificandose con esa pregunta. No quería sacar conclusiones apresuradas, porque tal vez no había nada de malo. Al fin y al cabo Dalma tiene una forma muy particular de ver el mundo. Prefería darle el beneficio de la duda y preguntarle... si es que se animaba a hacerlo.

Intriga Lasciva - El Instituto.Where stories live. Discover now