45. La Sinceridad de Sofía.

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Erika ya no sabía qué hacer para captar la atención de Siara. Tuvo una idea al considerar que el club de detectives es muy importante para su amiga y trabajó para que la reunión de ese día fuera lo más agradable posible. Trajo la cafetera de su casa (seguramente su padre se llevaría una gran sorpresa al despertarse) y preparó unos muffins decorado con crema de colores chillones. En el lugar de Siara uno fucsia y blanco con carita sonriente. Aún recuerda cómo, hace unos años, le preparó uno exactamente igual y que a Siara le gustó mucho. Tanto que terminaron en una de esas picantes sesiones de "mejores amigas". Por algún extraño motivo la crema del muffin terminó esparcida en los pezones de Erika y Siara la lamió toda. Lo hizo con sumo cuidado, tomándose su tiempo para succionar cada pezón y dejarlo bien limpito... mientras acariciaba el clítoris de Erika por debajo de la tanga.

La puerta del salón se abrió. Siara se quedó dura al ver la mesa cubierta de coloridos muffins, el olor a café le golpeó en la cara y le mejoró el estado de ánimo. Conmovida se acercó a Erika, quien no se animó a levantar la mirada. Seguía acomodando el muffin fucsia de su amiga como si aún no hubiera encontrado la posición perfecta.

Conmovida, Siara la abrazó por detrás y sin previo aviso le metió una mano dentro del pantalón. Erika se estremeció al sentir el dedo de su amiga hurgándole la concha.

—¿A qué se debe esto? —Preguntó Erika.

—Quiero ver si todavía se te moja la concha cuando yo te toco.

—Meteme los dedos bien adentro y vas a ver cómo me mojo toda —apoyó la espalda contra las tetas de su amiga.

Siara introdujo dos dedos bien hondo en esa concha y los movió, acariciando las paredes internas. Pudo sentir como rápidamente se le llenaban de flujos sexuales. Besó a Erika en el cuello y luego le dijo al oído:

—Si querías probar una concha, tendrías que haber empezado con la mía.

Erika tuvo un momento de iluminación. ¡Por fin entendió por qué su mejor amiga estaba tan enojada con ella!

—Ay, Siara... yo... pero, amiga... ¿no te acordás? —Le mostró el muffin fucsia—. ¿Qué pasó cuando te di esto?

—Mmm... lamí la crema de tus tetas...

—Ajá... ¿y después? ¿Qué hiciste con mi muffin? El que era igual que ese —señaló uno celeste y blanco, que había puesto en su lugar.

—Estuve a punto de pasármelo por las tetas... pero en lugar de eso, me lo pasé por el pubis.

—Así es... y me dijiste que si yo quería la crema... tenía que juntarla con mi lengua. Me acuerdo que la tenías bien depilada... yo empecé a lamer y...

—Eso no cuenta. No fue sexo oral.

—¿Cómo que no?

Erika se dio vuelta y bajó el pantalón de Siara. Ella no protestó. Luego agarró el muffin celeste y se lo pasó por el pubis completamente depilado. Empujó a Siara, para que se sentara y separó sus piernas.

—Lo hice así... empecé por arriba, la zona púbica...

Pasó lentamente la lengua por allí. La mente de Siara comenzó a llenarse de memorias de aquella tarde. Recordaba cómo la lengua de Erika le había causado un agradable cosquilleo que casi la lleva a tocarse el clítoris. No lo hizo porque no quería llenarse los dedos de crema... la crema era para Erika.

La Erika del presente bajó más, igual que la del pasado, y allí fue cuando lo recordó. El clítoris. Empezó a lamerlo y ella se estremeció. En aquel momento sentía que su amiga estaba yendo demasiado lejos. Lamer pezones podía ser parte de un juego, pero... lamer el clítoris ya era... ¿sexual? Lo hizo con tanta ternura, tanta delicadeza, que de alguna forma no se sintió como algo obsceno. Usó siempre la punta de la lengua, como si su único objetivo fuera limpiar la crema; pero al mismo tiempo provocó cosquilleos placenteros en la punta del clítoris. Incluso Siara recordó que hubo dos lengüetazos, sí dos... exactamente dos. Esos pasaron desde la base de su concha hasta el clítoris. Primero uno y se quedó jugando un poquito con en ese botoncito femenino, y después vino el otro.

Intriga Lasciva - El Instituto.Where stories live. Discover now