4. Fascinación

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28 horas y media antes.

Con paso ligero, he alcanzado lo que parece ser el perímetro exterior de la zona donde hemos aterrizado. Ya no noto la influencia del campo protector de la nave así que, a partir de aquí, estoy sola.

No es la primera vez, ni será la última, que visitamos un planeta de estas características, pero me hace especial ilusión estar en La Tierra por fin. De toda la lista de mundos que La Comisión nos asignó, esta pequeña roca tan alejada de casa es de los sitios que más ganas tenía de visitar.

Cuando empecé a estudiar para la misión en UUHJ40/075, me di cuenta de lo diferente y especial que podría ser. Rus se toma su trabajo muy en serio y siempre ve estas misiones desde un punto de vista puramente científico. Observación, asimilación, informe, y en ruta hacia un nuevo destino donde repetir los mismos pasos. Y así llevamos ya cuarenta y dos planetas en este sistema de galaxias. A veces, me gustaría arrastrarla fuera de su zona de confort y enseñarle todo lo que se está perdiendo. No puedes conocer un lugar realmente si no lo vives, y menos cuando algunos detalles son obviados deliberadamente de los informes que te hace llegar tu agente de campo.

Ojalá poder enseñarle los mundos que visitamos a través de mis ojos. Porqué yo sí los veo, los vivo. Por mucho que tanto Rus como La Comisión quieran que esta misión se trate de obtener datos de forma objetiva, no puedes crear un ser capaz de asimilar otras formas de vida a la perfección, tanto física como psíquicamente, y pretender que no se involucre emocionalmente con los lugares que visita y sus gentes.

Para mis superiores son datos. Para mí, recuerdos.

Pero eso Rus no necesita saberlo.

Por eso no le he dicho nada de las ganas que tenía de llegar a La Tierra.

Me he pasado todo el trayecto desde que dejamos el destino anterior hasta que llegamos aquí estudiando, empapándome de sus costumbres, sus ideologías, todas sus formas de arte, cómo se relacionan, cómo disfrutan de su tiempo... Es una suerte que los humanos, en su historia reciente, hayan adquirido cierta obsesión por divulgar su día a día a través de medios digitales. Toda esa información, que al final es fácilmente captable por nuestros instrumentos, ha sido una fuente inagotable de datos para poder aprender de ellos.

Mi medio favorito para obtener información es eso que llaman TikTok. Rus lo encontraría fascinante.

Voy tan metida en mis pensamientos, recordando el último meme que he visto antes de aterrizar para ponerme al día, que no he visto la señal de obras y he acabado en una zanja.

Alguien debería advertir a los humanos de que dejar agujeros en el suelo puede ser peligroso.

Por suerte, este cuerpo es mucho más resistente que la forma de vida original replicada, y la caída no me ha afectado en absoluto.

Un humano de avanzada edad que, al parecer estaba supervisando el agujero, se acerca y me pregunta si estoy bien. Yo sonrío y asiento a modo de respuesta. Me gustaría poder entablar una conversación con él sobre los peligros de ciertas actuaciones urbanísticas, pero todavía no estamos en la fase de la misión donde puedo empezar a interactuar con ellos.

Sigo avanzando y, a pesar de encontrar más zanjas, ahora voy más alerta y los esquivo.

La Tierra, o por lo menos Barcelona, es muy diferente a los otros mundos que hemos visitado. Todo es mucho más intenso; los colores, el ruido, sus aromas, la gente caminando deprisa como si llegaran tarde a todas partes, los vehículos arriba y abajo... Después de varias horas, ya tengo los sentidos sobresaturados.

Miro el localizador y llego a la conclusión de que ya me he alejado demasiado de la nave. Si quiero estar de vuelta para la hora establecida por Rus, tendría que empezar a emprender el camino de vuelta.

Pero justo cuando me giro para empezar a deshacer mis pasos, algo llama mi atención.

Música.

De todas las cosas que me han llamado la atención de este planeta mientras estudiaba para la misión, la música, el arte de hacer todo tipo de melodía con instrumentos construidos por ellos, ordenarlos y darles sentido para que sea agradable y estimulante auditivamente, probablemente sea lo que más me ha cautivado.

No es la primera vez que visitamos una sociedad que tiene este tipo de prácticas como ocio, pero si es la única donde se han unido instrumentos con la voz. Y, por lo que he visto en todo el material que he consumido para mis estudios, hay canciones en todos los rincones de este mundo.

Y ahora, igual que hacía el canto de los denderes en XTH77/884, que hipnotizaban a sus presas con la voz, to me veo incapaz de alejarme de aquel lugar hasta averiguar quién está cantando.

Con cautela, me acerco cada vez más hacia el origen de la música y, tras voltear una esquina, descubro un gran grupo de humanos rodeados de todo tipo de utensilios electrónicos, pero todos centrados en la escena frente a ellos y en su protagonista.

Ahora entiendo a las víctimas de los denderes. Ya no es sólo la voz, que parece acariciar cada célula de este cuerpo y hacerla temblar, son también los labios que pronuncian cada palabra y esos enigmáticos ojos humanos que, de repente, se clavan en los míos.

Y entonces lo sé. Ya no hay escapatoria.

Rus me va a matar.

*****

Ha sido cortito, lo sé, pero necesitaba algo introductorio porque se viene EL ENCUENTRO.

No soy nada constante escribiendo, pero intentaré no tardar mucho con la siguiente parte, que todo el material de esta última semana ha sido *inspirardor* XD

Sin noticias de KeeksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora