15.
Llegó el momento de la verdad.
Con un poco de miedo, dejo ir una de las manos de Violeta y me giro hacia la maleza que sirve de camuflaje para la nave, buscando a tientas el panel de acceso.
Al escuchar como la puerta se abre, Vio aprieta con fuerza la mano que sigue entrelazada con la suya.
-Estás a tiempo de dar media vuelta. –Le digo. –Pero si cruzas esta puerta conmigo, ya no hay marcha atrás.
Puedo ver el miedo y la curiosidad reflejados a partes iguales en sus ojos, pero finalmente asiente y me hace un gesto para que guíe el camino. Espero que no se arrepienta de su decisión.
Nada más atravesar el umbral de la nave puedo oír claramente como la respiración de Violeta se detiene. Le doy unos segundos. Sé que esto va a ser demasiada información de golpe, pero necesito que sus pulsaciones bajen de ritmo o perderá la consciencia antes de que podamos seguir avanzando.
Por lo que puedo ver, Rus ha optado por mantener la configuración estándar de la nave. Eso me tranquiliza un poco. Al menos sé que no considera a la humana como una amenaza, o estaría como mínimo en modo alerta y el ordenador de a bordo habría tomado a Violeta como un objetivo a controlar. Si quiero tranquilizarla, un ambiente hostil es lo último que necesitamos.
Avanzamos lentamente por el corto pasillo blanco, mientras los sensores que se encargan de las lecturas biométricas constantes nos siguen. Es algo rutinario, pero tener una luz azul parpadeante siguiéndote mientras caminas no es demasiado tranquilizador. Llegamos al final del corredor y, al detectar mi presencia, la puerta del elevador se abre.
Antes de poder seguir, Violeta me aprieta la mano fuertemente.
-Chiara..., ¿Dónde estamos?
-¿Recuerdas lo que te expliqué de mis viajes? –Ella asiente, aunque sin desviar la atención de todo lo que nos rodea. Está en alerta y no la culpo. –Digamos que se necesita algo más avanzado que cualquiera de los vehículos disponibles en este planeta para llegar a los lugares que suelo visitar.
Violeta frunce el ceño. Su cerebro debe estar intentando procesar la información recibida hasta ahora y es incapaz de computar la parte de mis palabras que aluden a viajar más allá de las fronteras de la Tierra.
-Me he caído en la zanja de las obras y me he dado un golpe en la cabeza, ¿verdad?
-Sería un ángel de la guarda pésima si hubiera dejado que eso pasara. -Le digo sonriendo para intentar tranquilizarla.
Rodeo a Violeta con mis brazos y la aprieto con fuerza contra mi cuerpo. Sé que lo que está a punto de pasar va a afectar a su función motora y, si no la tengo sujeta, es muy probable que acabe en el suelo. La puerta del elevador se cierra y nos transportamos casi instantáneamente al puente de mando.
-¡Por fin!
La voz de Rus hace que, por primera vez desde que hemos llegado, mi atención se desvíe de Violeta. Mi creadora lleva su uniforme adaptado a la forma humana y está esperándonos con los brazos cruzados de pie frente a los controles.
-¿Cómo es posible que hayáis tardado tanto? –Se queja. –Dejé las indicaciones bien claras en tu dispositivo. Aunque con algo tan rudimentario, tampoco me extrañaría que se hubiera descalibrado o hubiera perdido la señal. El sistema de comunicaciones de este planeta es un despropósito y hasta un infante en su primer año de academia podría hacerse con el control fácilmente. Por no hablar de lo poco fiable que es el encriptamiento de seguridad, que desde que he vuelto no han parado de colarse comunicaciones donde querían mejorar mi fibra óptica. ¿Qué cojones es la fibra óptica? Tenéis una atmósfera superconductora ideal para la transmisión de datos y la estáis desaprovechando, mientras gastáis recursos naturales que no necesitáis, cosa que os va a llevar a...
-Rus, ¿podemos ir al grano?
Violeta sigue tensa en mis brazos y necesito acabar con esto lo antes posible. Rus parece darse cuenta, por fin, de la situación y veo como su expresión se relaja. Eso es una buena señal.
-Bien..., veamos... ¿Te ha explicado Keeks algo? –Pregunta dirigiéndose directamente a la humana. –Deduciendo por el estado de shock en el que te encuentras, supongo que no. Y ha hecho bien, porque no podemos arriesgarnos a que salieras corriendo a contárselo a alguien. –Hace una pausa, como si estuviera buscando las palabras adecuadas. -Para empezar, sí, estás en un vehículo interestelar. No, ni Keeks ni yo somos humanas. Bueno, técnicamente y a nivel biológico, se podría decir que ella sí lo es, pero es más complicado de...
-Rus. –Decido interrumpir su monólogo, porque como empiece con tecnicismos esto se alargará demasiado.
-¡No me interrumpas! Tu humana necesita entender el nivel de complejidad que supone la situación en la que vuestro repentino afecto por la otra nos sitúa.
Violeta parece reaccionar ante eso, porque se separa ligeramente y levanta la vista para encontrarse con mis ojos. No veo miedo en ellos, sólo confusión.
-Si has pedido que trajera a Violeta es porque tienes alguna idea de qué ha provocado lo que nos está pasando que, según tú, debería ser imposible.
-Bueno..., en realidad no es tan imposible.
-Explícate.
No sé si es debido a mi tono autoritario, algo que nunca había usado con ella hasta hoy, pero veo como Rus se tensa de inmediato y parece hacerse más pequeña.
-Digamos que no eres la única que ha estado ocultando algo. -Hace una pausa y, de pronto, parece no ser capaz de mirarme, porque su atención se desvía al panel de control de la nave. -Es posible que cometiera un error a la hora de seleccionar el material orgánico base para crearte.
-¿Tú? ¿Admitiendo equivocarte en algo?
Rus es extremadamente perfeccionista y siempre ha controlado meticulosamente todo lo relacionado con sus experimentos o la misión. Me sorprende muchísimo que algo tan importante como las bases del experimento no haya estado estudiado hasta la saciedad para evitar errores.
-¿Crearte? -La voz de Violeta suena un poco más segura ahora y parece que ha dejado de temblar.
-Creo que una explicación visual será más efectiva en este caso. -Indica Rus. -Keeks, ¿puedes soltar a la humana durante un momento y activar el registro? -Mi creadora ve que, a pesar de separar nuestros cuerpos para cumplir su petición, nuestras manos siguen entrelazadas. -Del todo, Keeks. Necesitamos una lectura limpia, sin interferencias.
Dirijo mi atención a Violeta, la cual me hace un gesto con la cabeza, asegurándome que estará bien. Creo que la curiosidad innata en ella, y el hecho de que Rus no esté en modo hostil, están consiguiendo que su miedo inicial deje paso a una inquietud nerviosa, pero sin riesgo de evolucionar a un ataque de pánico.
Sin dejar de mirarla, avanzo unos pasos y dejo que mi mano humana se pose ligeramente sobre una zona del panel de control que se ilumina en cuanto me detecta. De inmediato, frente a nosotras se proyectan imágenes desde los inicios del experimento, desde mi código base hasta recuerdos propios de nuestros viajes.
-El experimento K33K5/C empezó como una petición de La Comisión, nuestro mayor órgano de gobierno, para conseguir un espécimen capaz de infiltrarse en cualquier civilización de forma completamente orgánica para no levantar sospechas. -Empieza a explicar Rus para darle sentido a las imágenes. -Nuestra especie es capaz de adaptar la forma externa de otros seres, pero seguimos manteniendo nuestro código genético original, por lo cual, en caso de captura, cualquier análisis más exhaustivo revelaría nuestro origen. K33K5/C debía ser capaz de transformar hasta el más mínimo detalle a nivel molecular, adoptando no sólo los rasgos físicos, sino también todas las características de comportamiento y pensamiento asociados a la civilización que debía replicar.
Toda la información que Rus está exponiendo ahora yo ya la conocía. Es lo primero que me explicó en cuanto fui consciente de mi existencia. Al fin y al cabo, debo conocer todos los detalles de quién soy para poder adaptarme a quien debo ser en cada ocasión. Pero lo que mi creadora dice a continuación, me toma completamente por sorpresa.
-Los dos primeros intentos fueron un fracaso absoluto.
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Uhh... Si es que la falta de comunicación es muy mala XD
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Sin noticias de Keeks
Science FictionVioleta no sabe que la llegada de una nave espacial, que acaba de aterrizar en el parque de La Ciutadella en Barcelona, está a punto de cambiar su vida. Las dos tripulantes de la nave se preparan para empezar la misión. Rus, la científica designada...