26. Un sostre fet d'estrelles.

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Tens un sostre fet d'estrelles
I un llarg camí als teus peus
Les mans per construir-te
I la més dolça de les veus


Llevamos un rato en el sofá sin hacer nada, simplemente acariciándonos en silencio mientras descansamos. Violeta se ha estirado y está usando mi regazo como almohada, y yo de mientras dejo a mis dedos vagar de forma ausente entre sus mechones pelirrojos. Ella, con los ojos cerrados, disfrutando del momento de paz, deja escapar algún que otro suspiro de satisfacción.

Cuando hemos entrado al tráiler, he intentado que habláramos un poco más sobre mi conversación con Rus, pero Violeta se ha limitado a callarme con un beso y decirme que, durante lo que queda de día, sólo quiere disfrutar de mí, sin pensar en lo que puede traer consigo el día de mañana. Sé que está preocupada por lo que pueda pasar, que no ha parado de darle vueltas a lo que mi creadora pueda decirnos cuando nos veamos de nuevo, y la entiendo, la entiendo porque yo tampoco quiero pensar en otra cosa que no sea ella, pero ignorar la realidad de quiénes somos por unas horas tampoco ayudará a amortiguar el golpe mañana.

De repente, un sonido de alerta proveniente de su dispositivo móvil nos sobresalta. Violeta se incorpora y, rápidamente, va en su busca para averiguar la causa de la brusca interrupción.

La veo desbloquear el dispositivo y teclear algo en la pantalla, a la par que una enorme sonrisa se dibuja en sus labios.

-Kiki, levanta, vamos. –Dice con tono imperativo mientras me tiende la mano para que la siga. –Nos están esperando.

Hasta donde yo sé, el rodaje ha finalizado por hoy, así que doy por hecho que se refiere a que nos están esperando para ir al hotel donde pasaremos la noche pero, al bajar del tráiler, solo veo uno de los vehículos ligeros con los que nos han trasladado por la zona durante el día y el jefe de seguridad del equipo, un humano alto y corpulento, con el pelo ya ligeramente canoso y una expresión agradable en el rostro, esperando a su lado.

-Hola, Sergi. –Le saluda Violeta. –¿Supongo que Martin te ha puesto al corriente del plan?

-Sí, está todo controlado, señorita Hódar. Las dejaré en el acceso a la cala y me quedaré haciendo rondas por la zona. Les dejaré un walkie por si me necesitan en algún momento.

-¿Alguien más sabe sobre esto?

-Sólo el señor Urrutia, señorita. Me ha recalcado que es de vital importancia mantener en secreto su ubicación esta noche.

-Perfecto. –Vio sonríe al otro humano y, acto seguido, tira de mi mano para que suba al vehículo tras ella.

El trayecto es corto y nos lleva de vuelta a la zona donde hemos estado grabando hoy. Ahora que la luz empieza ya a escasear, las rocas de la cala se tornan más espectrales, como extraños gigantes que guardan la tierra tras ellos de los peligros que acechan desde la mar. La imagen evoca en mí el recuerdo de los hermanos de piedra de Liblil, perennes vigías en los límites de un reino olvidado y testigos inertes del pasar de los siglos.

Tal y como habían concretado, Sergi nos deja en el acceso a la cala y, antes de volver a subirse al pequeño vehículo, descarga dos bultos de la parte trasera; una mochila y una bolsa rígida más grande, y le hace entrega a Violeta del dispositivo al que antes se ha referido como walkie para poder contactar con él.

Una vez Sergi se aleja, Violeta recoge del suelo la mochila más pequeña y se gira hacia mí con una sonrisa.

-Tú coge la nevera, que pesa más.

-Vivi... ¿Qué es todo esto?

-Una cita romántica. –Me contesta como si hubiera hecho la pregunta más absurda del mundo. -¿No has leído sobre eso en tu material de estudio?

Sin noticias de KeeksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora