Violeta me observa con los ojos muy abiertos, sorprendida ante la petición de Rus, y eso que ni siquiera sabe las implicaciones que tiene el hecho de que mi superior haya pedido expresamente lleve a la nave a alguien ajeno a la misión.
Si Rus ha decidido arriesgarse a que una humana conozca la verdadera naturaleza de nuestra presencia en la Tierra, es porque toda esta situación es mucho más grave de lo que pensaba y, probablemente, esté pensando en hacer algo drástico para solucionarlo.
Es probable que se me note la preocupación en el rostro, porque Violeta se ha acercado y ha tomado mi mano entre las suyas. ¿Cómo es posible que, hasta este momento, no me haya dado cuenta de que estoy temblando? ¿Qué me ha hecho esta humana de ojos intensos y piel cálida para que tenga más miedo por ella que por mí?
-Puedes contarme lo que sea. –Dice.
Y las palabras salen solas. Ya le dije en su momento que no le iba a mentir.
-Tengo miedo de lo que pueda pasar si vienes conmigo.
-¿Por qué? ¿Tan mal le he caído a tu amiga? –En su pregunta se distingue un tono ligero y divertido, pero pronto se borra su sonrisa cuando se da cuenta de la seriedad en mis ojos. –Kiki, ¿qué es tan grave como para que estés así?
Tengo un debate interno ahora mismo. Sé que hay una razón importante por la que Rus quiere a Violeta en la nave, pero llevarla allí supone, como mínimo, exponerla a la verdad. No puedes meter a alguien en un vehículo intergaláctico y pretender que todo siga igual. Sean cuales sean las intenciones de Rus, Violeta no va a volver a mirarme igual después de descubrir quién soy realmente. Y, sinceramente, no la culparía si eso sucede. A sus ojos dejaría de ser humana, dejaría de ser Chiara...
-¿Me has llamado Kiki? –De repente, mi cerebro parece haber detenido en seco el curso de mis pensamientos para centrarse en procesar esa nueva información.
-Juanjo ha dicho que tu amiga te llama Keeks y, no sé..., como que me ha salido solo. –Me dice con una sonrisa nerviosa. -¿Demasiado pronto para apodos cariñosos?
Llevo apenas un día en este planeta, es demasiado pronto para cualquier cosa y, aun así, aquí estamos.
-Realmente no sé cuál es la costumbre aquí para ese tipo de cosas.
-No es lo habitual. –Contesta encogiéndose ligeramente de hombros. –Pero, definitivamente, tampoco es habitual tener este nivel de conexión con alguien apenas veinticuatro horas después de conocernos. Al menos, no para mí.
-¿Y no lo ves extraño?
Violeta suspira profundamente antes de contestar.
-Mira..., si alguien me hubiera dicho hace dos días que me iba a enamorar a primera vista de una guiri de ojos verdes que parece sacada de una peli de James Bond, le habría mandado a internar al psiquiátrico más cercano. Pero llevo semanas recibiendo amenazas y ayer casi me matan, así que si mi vida está destinada a ser el guion de una película de acción, que al menos tenga un romance a la altura.
-Yo definiría esta historia más como ciencia-ficción.
-¿Porque lo que sientes por mí no es de este mundo?
No puedo evitar soltar una carcajada a pesar de saber la seriedad de la situación.
-Exactamente por eso, sí.
No sé en qué momento Violeta se ha acercado tanto a mí que puedo contar cada una de sus pestañas por separado, sólo sé que mi temperatura corporal está aumentando rápidamente y que, aun así, quiero tenerla más cerca.
La cabeza me dice que esto no es normal; que, a pesar de que los humanos son una especie emocionalmente intensa, el que ambas sintamos esta conexión con la misma fuerza es totalmente incomprensible y que debe haber una razón lógica y racional que explique lo que nos está pasando. Tal vez, por eso Rus quiere que lleve a Violeta a la nave, para intentar encontrarle algun tipo de sentido a toda esta locura.
Es mejor pensar en eso que no en la posibilidad de que mi creadora quiera deshacerse del problema de otras formas.
Sentir las manos de Violeta sobre mis mejillas me hace salir de mi cabeza y volver a prestarle atención. ¿Es posible que esté incluso más cerca que antes?
-Me muero de ganas de besarte.
Deseo. Es la primera vez que lo observo en directo y me ayuda a poner, por fin, nombre a la emoción que me está volviendo loca desde que Violeta ha acortado la distancia entre nuestros cuerpos. Probablemente, mis pupilas estén igual de dilatadas que las suyas ahora mismo.
A lo largo de mis viajes, he visto el deseo expresado en infinidad de formas diferentes y, al igual que el resto de emociones y comportamientos de las culturas que nos hemos encontrado, lo he estudiado hasta la saciedad, pero nunca lo había experimentado. Según lo que ha dicho Rus antes, ni siquiera debería ser capaz de replicar este tipo de emociones irracionales y viscerales.
Pero aquí estoy, preguntándome qué tipo de beso espera Violeta. Los humanos tienen infinidad de maneras diferentes de besar. Es un gesto que, para ellos, puede demostrar un gran rango de emociones distintas y cada cultura tiene los suyos propios. Si reducimos las posibilidades sólo a besos románticos o de deseo, en un importante manifiesto humano sobre relaciones interpersonales se llegan a describir hasta veintidós maneras diferentes de besar a alguien con quien mantienes encuentros íntimos. Reducimos esa cantidad aún más si eliminamos también de la lista aquellos que necesitan de acceso a zonas del cuerpo humano que, de normal, están cubiertas por ropa.
Tal vez, lo mejor será que Violeta decida y yo simplemente me deje llevar. Siempre se me ha dado bien improvisar.
-Hazlo.
Su respuesta no se hace esperar.
Primero sus ojos bajan hasta mis labios, como para asegurarse de que los suyos no pierden el rumbo. Después, su mano derecha se afianza en mi nuca, enredando sus dedos en mis cabellos y ejerciendo una ligera presión para reducir aún más la distancia, pero no lo suficiente. La boca de Violeta se abre ligeramente para dejar paso a su lengua un instante. Ahora soy yo quien no puede apartar la mirada de sus labios húmedos y quien, sin ser consciente, acaba con los pocos centímetros que nos separaban.
Ahora entiendo la fascinación de los humanos por los besos, su obsesión por inmortalizarlos en imágenes durante toda su historia y su pasión al describirlos una y otra vez en sus escritos.
Por un momento, el sentir los labios de Violeta sobre los míos y su lengua tímida acariciándome, preguntándome con delicadeza si puede ir más lejos, consiguen que olvide por completo la realidad de nuestra situación.
Lo único que deseo ahora mismo es descubrir cuántos tipos de besos conoce la humana enredada entre mis brazos y desterrar de mi mente cualquier cosa que no sea seguir sintiendo sus labios en mi piel.
*****
Pido perdón por haber tardado tanto en actualizar (estoy en medio de una mudanza y no tengo tiempo para nada u_u). Prometo que el próximo no tardará tanto.
PD: Los comentarios bonitos me dan energía para escribir :P
ESTÁS LEYENDO
Sin noticias de Keeks
Bilim KurguVioleta no sabe que la llegada de una nave espacial, que acaba de aterrizar en el parque de La Ciutadella en Barcelona, está a punto de cambiar su vida. Las dos tripulantes de la nave se preparan para empezar la misión. Rus, la científica designada...