Llevaba desde que me he metido en la ducha esta mañana con el extraño presentimiento de que algo iba a pasar. Tal vez fuera consecuencia de mi conversación de ayer con Rus, junto con la creciente inquietud de Violeta su negación a querer hablar del tema.
Ahora, viendo a mi creadora sentada en esa moderna butaca azul, observando la actividad de los humanos a su alrededor, como si estuviera analizando cada uno de sus movimientos al milímetro, me doy cuenta de que esa sensación no era otra cosa más que mi propio subconsciente preparándome para lo inevitable.
En cuanto su mirada se cruza con la mía, Rus se levanta de su asiento y camina hacia nosotras. Noto la mano de Violeta apretando su agarre en la mía y, como un acto reflejo, empiezo a acariciar su piel con mi pulgar para tranquilizarla.
–Rus.
–Keeks. –Contesta ella, a la vez que saluda a Violeta con un simple gesto de cabeza.
–Que estés aquí no indica nada bueno. –Le digo.
–Si estoy aquí es porque me pediste ayuda para solucionar el problema de tu humana. Ya sabes que yo no me ando con medias tintas cuando me implico en algo. –Contesta, cruzándose de brazos y exponiendo esa faceta suya de oficial superior. –Además, sé que no habrías querido abandonar este planeta sabiendo que ella no estaba a salvo.
Noto como Violeta se tensa a mi lado. Casi puedo oír la sangre bombeando en su corazón. Veo como la mirada de Rus se posa en ella y se suaviza, como si supiera que está a punto de hacer añicos las pocas esperanzas que la humana tenía respecto a que su visita no vaticinara malas noticias.
–No me ha gustado como ha sonado eso. –Y es cierto. Aunque yo sabía desde un principio que el tiempo jugaba en nuestra contra, esperaba que la felicidad no fuera tan efímera.
–Nos vamos esta noche, Keeks.
*****
Violeta ha preguntado en recepción si tenían alguna sala privada y ha conseguido que el hotel nos ceda durante un rato un pequeño despacho para poder hablar a solas. Después ha avisado de que nos íbamos a retrasar un poco.
–Martin dice que nos da quince minutos extra. –Nos comunica tras colgar la llamada. –Ha amenazado con presentarse en la puerta y llevarnos a rastras si nos retrasamos, así que tenemos como mucho veinticinco minutos.
–Más que suficiente. –Dice Rus mientras se apoya sobre el escritorio junto a la ventana que da luz natural a la estancia. –Empecemos por lo más fácil; las personas que han intentado atentar contra la vida de Violeta ya están neutralizadas.
– ¿Neutralizadas? –Pregunta Vio con los ojos muy abiertos. Yo, aunque tenga un semblante más tranquilo, también espero que Rus no haya hecho nada demasiado drástico.
–Gracias al contacto proporcionado por Keeks, pude acceder a todas las conversaciones que la humana Estela había mantenido desde el día antes del primer incidente. De verdad que vuestro sistema de telecomunicaciones deja mucho que desear en cuanto a seguridad. –Ciertamente, la tecnología de este planeta es un juego de niños en comparación a lo que nosotras estamos habituadas pero es que, además, Rus no está considerada en nuestra sociedad como un cerebro privilegiado en vano. Infiltrarse en los satélites y registros de las comunicaciones de la Tierra debe haber sido hasta aburrido para ella. –Conseguí información respecto a los planes que tanto ella como una humana llamada Leire tenían en contra de Violeta, así como las instrucciones que se enviaron a un tercer humano, en este caso encargado de pilotar el vehículo que atentó contra su vida hace tres días, así como del ataque que debía llevarse a cabo hoy en el acantilado.
–Espera... ¿el acantilado donde hemos rodado esta mañana? –Le pregunto extrañada.
–Correcto. El individuo fue contratado para instalar un dispositivo explosivo que debía provocar el desprendimiento de parte de la roca, ocasionando la caída al mar de cualquiera que estuviera en ese momento en el lugar.
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Sin noticias de Keeks
Science FictionVioleta no sabe que la llegada de una nave espacial, que acaba de aterrizar en el parque de La Ciutadella en Barcelona, está a punto de cambiar su vida. Las dos tripulantes de la nave se preparan para empezar la misión. Rus, la científica designada...