27. Dormir está sobrevalorado.

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-Estás tú muy sonriente para ser las seis de la mañana. –Me dice Martin en cuanto me ve a la vez que me tiende mi habitual café matutino y a Kiki le entrega una bolsa de papel con lo que supongo debe ser algún bollo. -¿Has dormido? Porque Sergi me avisó de que os dejaba en el hotel casi a la una de la madrugada.

-Debo haber dormido los veinte minutos que ha tardado Chiara en ducharse.

-Pues ya me dirás qué te has chutado para venir con semejante energía.

-Un montón de orgasmos y felicidad en vena. –Le digo con una sonrisilla que intento disimular llevándome el café a los labios. De reojo puedo ver como Kiki se pone roja y se medio atraganta con el cruasán. Es tan adorable que podría comérmela entera aquí mismo. –Pero es posible que necesite tres o cuatro más de estos bien cargados durante el día.

-No necesitaba tener tanta información.

-Tú has preguntado. –Le contesto encogiéndome de hombros.

-Eso me enseñará a pensar antes de preguntar según qué cosas. –Dice dejando escapar un suspiro de resignación. –En fin. Sólo nos quedan un par de planos por rodar para la escena de la despedida en el acantilado. Será rápido porque tenemos muy poco tiempo durante la salida del sol para no tener muchos cambios de luz. Raquel os está esperando ya en vestuario. Id para allá mientras nosotros preparamos el equipo aquí.

Tomo a Kiki de la mano y caminamos en dirección a la carpa de chapa y pintura, donde nos encontramos con una Raquel de los nervios, con el móvil en la oreja e insultando intensamente a quién sea que no le contesta la llamada. En cuanto nos ve, suelta el aparato y nos mira.

-No habréis visto por casualidad a Estela, ¿no? Debería estar aquí desde hace un cuarto de hora y no aparece. –Tanto Chiara como yo negamos con la cabeza. La rubia de bote es la última persona en la que me apetece pensar ahora mismo. –He llamado al hotel y me han dicho que en la habitación no contesta nadie. Yo la mato, de verdad.

Sin darle más vueltas al asunto por el momento, porque realmente tenemos unas limitaciones de tiempo muy marcadas, Raquel nos da nuestro vestuario para la escena, algo muy simple; una camisa blanca y unos vaqueros para Kiki y un vestido estilo ibicenco con algo de gasa para mí. Como el estilismo no requería de un maquillaje muy exagerado, optamos por que Raquel se encargara del maquillaje a Kiki y yo misma me ocuparía del mío.

Mientras nos preparamos, no puedo evitar pensar en la misteriosa desaparición de la maquilladora. Me da mala espina. Si realmente tenemos razón con nuestras sospechas y Estela estaba involucrada con las notas anónimas, tal vez se ha dado cuenta de que le estábamos siguiendo la pista y ha decidido abortar cualquier plan que pudiera tener para cumplir su amenaza. Es algo que tendré que comentar con Chiara en cuanto tengamos un rato a solas pero, de momento, es mejor no darle más vueltas y centrarnos en el trabajo.

Apenas media hora después, ya vestidas y maquilladas, nos despedimos de Raquel y nos dirigimos al acantilado donde el resto del equipo nos está esperando.

Se trata de una escena corta pero es, sin duda, la más dura de todo el videoclip. Es una despedida, un hasta luego con aires de hasta siempre porque la vida puede ser muy cruel y yo, mientras camino de la mano de una alienígena caída del cielo con la misión de robarme el corazón, sólo pienso en los dolorosamente similar que puede ser nuestra situación de aquí a unos días o unas horas.

Martin nos coloca a ambas a una distancia prudencial del precipicio y nos da las últimas instrucciones antes de que las cámaras empiecen a grabar. Deja que tus ojos hablen por tí, me dice. Sólo tenemos que mirarnos y sonreír con tristeza, aceptando que la separación era inevitable. Pero, cuando los ojos verdes de Chiara se clavan en mí y sus manos acunan mis mejillas con ternura, transmitiéndome sin palabras que ella siente lo mismo en este momento, no puedo evitar cerrar los ojos e inclinarme hacia ella, juntando nuestras frentes y creando un momento mucho más íntimo que cualquier beso que el mundo del cine haya podido presenciar.

Sin noticias de KeeksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora