6. ¿Y quién es ella?

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-¿Cómo es posible que no te duela?

Violeta lleva un buen rato limpiando y curando la herida de mi brazo de forma meticulosa. Como me he negado a ir al centro sanitario, alegando que los daños han sido mínimos, me ha hecho acompañarla hasta un gran vehículo que hace a la vez de transporte y habitáculo. Al entrar, me ha sentado en un sofá, ordenándome que no me moviera, y se ha ido a buscar una caja con utensilios médicos. Por alguna razón, he sido incapaz de llevarle la contraria.

-Mi tolerancia al dolor es superior a la mediana. –Respondo.

-A la media.

-¿Qué?

-Que se dice "a la media", no mediana. –Contesta intentando ocultar una risita. –Tú no eres de aquí, ¿verdad? Tienes un acento raro.

Intenta aprenderte tú las siete mil cien lenguas diferentes que se hablan en este planeta, a ver si no hablas raro.

Por supuesto, esas palabras en mi cabeza no se traducen en sonidos. Sé que debería haberme centrado en perfeccionar las cuatro lenguas oficiales de la zona donde hemos aterrizado, pero la sociedad en este planeta está tan globalizada que nunca se sabe cuándo vas a necesitar el urdu para entenderte con alguien. Es posible que se me hayan mezclado un poquito los idiomas entre ellos, ¿vale?

-Soy de... lejos. –Le contesto por fin.

-Que específica. –Ella simplemente deja ir media sonrisa y, para mi sorpresa, no me pide que aclare mi lugar de origen. -¿Estás de visita o vives aquí?

-Estoy de paso en todas partes.

Violeta levanta la vista de la herida y clava sus ojos en los míos con la misma intensidad que hace un rato, cuando nuestras miradas se han encontrado por primera vez.

-Pues que suerte la mía que estuvieras de paso por aquí hoy.

-Sí, que suerte.

-¿Y cuánto te quedas en Barcelona?

-No lo sé. Depende de Rus.

-¿Y quién es Rus? –Violeta vuelve a bajar la vista a la herida para continuar con su tarea. He notado algo distinto en su tono de voz.

-Mi compañera de viaje. -No es una mentira, pero tampoco la verdad, pero no es que pueda decirle que Rus es mi creadora y oficial superior de la misión. –Debe estar preocupada. Ya ha pasado la hora de regreso que estipulamos.

-¿Y dónde está ella?

-Siempre se queda cerca de donde estacionamos. Ella no es de... explorar.

-¿Y dónde habéis estacionado? –La cantante vuelve a levantar la vista. –Perdona que haga tantas preguntas. Es que me gustaría saber cuánto tiempo más puedo acaparar tu atención.

¿Y esa sonrisa qué ha sido?

-En un parque un poco lejos de aquí. –Le contesto.

-Barcelona tiene muchos parques.

-Ya... Tal vez no me haya fijado lo suficiente y no sepa exactamente cómo volver.

-Pues llama a tu amiga, o mándale un mensaje, y dile donde estás.

-No puedo. –Le digo señalando el dispositivo de localización en mi muñeca, que ha quedado completamente destrozado.

-¿Y tu móvil?

Ah... Primer fallo gordo de la misión. He leído sobre los dispositivos móviles de comunicación que usan los humanos, pero se suponía que esta primera salida sería sólo de reconocimiento y observación, así que no nos hemos molestado en preparar accesorios de ese tipo para pasar como una local más. ¿Cómo le explico a Violeta que no tengo algo que ellos consideran esencial para su día a día?

-Lo he perdido.

Perfecto. Eso servirá.

Violeta se ríe y me mira con una expresión que no consigo descifrar. Al sonreír se le ha dibujado una pequeña hendidura en la mejilla.

-Eres un poco desastre, ¿no?

-Mi cerebro es demasiado pequeño ahora mismo como para gestionar todo lo que acumulo en él.

-Pues que de cosas interesantes debes acumular ahí dentro para no pensar en algo tan necesario como un móvil, o recordar cómo volver con tu amiga.

En este momento no sé qué decir. Realmente no puedo darle una razón convincente sin explicarle nada de mí y, por alguna razón, quiero explicárselo todo. Es como si sus ojos tuvieran la capacidad de ver más allá de este cuerpo humano fabricado a medida y estuviera viendo a Keeks, a la de verdad, a la que ni siquiera Rus sabe que existe.

Ella también se ha quedado en silencio y sus manos se han detenido. Noto la piel cálida de sus dedos sobre la mía y, a la vez, una extraña sensación en el estómago. Me fascina el cuerpo humano y sus reacciones físicas.

El momento se ve interrumpido por la puerta del vehículo abriéndose bruscamente, dando paso a un Martin muy alterado.

-¡Tenemos un problema!

Violeta mira a su amigo preocupada.

-¿Has hablado con el equipo? ¿No quieren seguir?

-He hablado con algunos, pero creo que deberíamos hacer una reunión con todos y que les digas tú algo. La patrulla está todavía tomando declaraciones. El problema es otro más gordo.

Entonces el chico le extiende un dispositivo móvil, el primero que veo en directo, y le señala algo en la pantalla.

-Alguien ha grabado parte de lo que ha pasado y está ya por todas partes. Las redes están que arden con la gente especulando.

Veo a Violeta observar atentamente el vídeo en la pantalla. Aunque por la distancia y el ángulo no llego a distinguir bien la imagen, parece que el humano que ha capturado el momento estaba grabando algo antes y se vio sorprendido por el vehículo entrando a la zona a toda velocidad.

-¿Sabemos quién ha sido? –Pregunta Violeta con seriedad.

-Sí, uno de los técnicos. El muy imbécil ni siquiera se ha dado cuenta de que lo subía a su cuenta pública. Por suerte, la imagen está bastante movida, pero al final se os ve claramente a la dos.

-Dios, no me había dado cuenta de lo cerca que ha estado...

-Por suerte, la cámara que grababa el plano general sigue entera y en el vídeo se aprecia bien lo que ha pasado. Lo de Chiara apareciendo de la nada para sacarte de en medio todavía no lo entiendo, pero no voy a ser yo quien cuestione un milagro. Parece sacado de una película.

De repente, la cantante levanta la vista de la pantalla y mira fijamente al humano.

-¿Qué pasa?

-Martin...

-Violeta... Conozco ese tono.

-¿Recuerdas que dijiste que no te convencía el concepto del videoclip? ¿Qué pensabas que le faltaba algo?

-Sí, pero no sé qué tiene que ver eso con que hayan estado a punto de atropellarte.

-¿Y si lo usamos a nuestro favor? –El chico la mira confundido sin entender a qué se refiere. –Todo el mundo ha visto lo que ha pasado, ¿no? Pero no saben exactamente qué han visto.

-A Chiara salvándote de un loco al volante, eso han visto.

-Exacto. Y está grabado.

A Martin le cambia la cara por completo de forma instantánea y abre los ojos de manera casi cómica, como si acabara de descubrir los secretos del Universo.

-Eres brillante, Violeta Hódar.

Los dos, perfectamente sincronizados, se giran para mirarme.

Algo me dice que voy a tardar más de lo previsto en volver con Rus, y no precisamente por no recordar el camino.

*****

¿Qué loca idea se le habrá pasado a Violeta por la cabeza?

Sin noticias de KeeksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora