No quiero ir a la cama

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Hace horas que el sol se había marchado por el horizonte, dando la bienvenida a Nix en el cielo de Grecia.

Una cálida noche de finales de verano, con una temperatura agradable, el firmamento despejado y lleno de estrellas, y todos durmiendo en espera del regreso de Helios, anunciando un nuevo día... Al menos la mayoría.

— Niños, basta. Ya es hora de dormir.- Dijo Asmita, dejando sobre la mesa el control, después de terminar otra partida con sus dos hijos.

— Pero, mami...

— Mañana es su primer día de clases, Shaka en la secundaria, y tú en tu último año de primaria, manzanita.- Intervino Kardia, acariciando el cabello de su hijo menor.- Y necesitan descansar.

— Pero no tengo sueño.

— Yo sí.- Mencionó Shaka, con un ligero bostezo.- Hasta mañana.

Con esas palabras, el rubio menor se despidió de sus padres con rápido beso en la mejilla, y se fue a su habitación, dejando a su hermano sólo en su protesta.

— ¿Te pasa algo, Milo?- Cuestionó Kardia, sentándose al lado de su hijo.

— Solo estoy algo nervioso.- Admitió el joven Alpha ante la pregunta de su padre.- Shaka, Afrodita y Aioria ya están en otra escuela, y... Nada va a ser igual sin ellos.

— ¿De verdad también vas a extrañar a tu hermano y a Afrodita, o todo se trata de Aioria?- Inquirió Kardia con una sonrisa, notando de inmediato los sentimientos de su ya no tan pequeño hijo.

Milo solo desvió la mirada, con las mejillas ruborizadas. Causando una sonrisa enternecida en sus padres.

— ¿Por qué te preocupa eso, Milo?- Preguntó ahora Asmita.

— Es que... Ya no vamos a vernos a diario, y...- Admitió con vergüenza.- ¿Qué tal si conoce a alguien más?

Definitivamente, la transición de la infancia a la adolescencia a veces era una verdadera locura. Ya lo habían experimentado tres veces en el pasado, primero con los gemelos, luego Shaka, y ahora Milo... Por suerte, la experiencia daba sus frutos.

— Sabes que él te quiere tanto como tú a él.- Dijo Kardia.- Te lo dijo hace un año, cuando le dijiste que te gustaba, ¿no?

Milo asintió en silencio, manteniéndose encogido en el sillón, en medio de sus padres.

— Entonces confía en él.- Añadió Kardia.- Además, recuerda que Sísifo amenazó con permitirle venir a verte todas las tardes después de la escuela, y traerlo cada fin de semana.

— O permitir que Milo vaya a pasar el fin de semana con ellos, ¿recuerdas, papá celoso?- Rió ligeramente Asmita, bromeando con su Alpha.

Kardia solo sonrió. No podía negar que ver a sus hijos dar sus primeros pasos en el caótico mundo del romance y las relaciones, era bastante estresante. El temor de que terminaran heridos, de que sufrieran alguna traición, de que experimentaran todos los reveses que las relaciones románticas siempre conllevaban... Pero sabía que Asmita tenía razón.

Sus pequeños estaban creciendo, y debía aceptarlo. Por más que los amara, debía dejarlos crecer, experimentar, equivocarse, fallar y aprender por su propia cuenta. Pero recordándoles que sin importar lo que pasara, siempre los amarían y estarían ahí para escucharlos, aconsejarlos y ayudarlos a ponerse de pie.

— Papi, ¿cómo lograste quedarte con mamá?

— Esa es una larga historia, con muchas cosas que aún eres muy joven para comprender.- Respondió el Alpha mayor, mirando los azules ojos de su Omega, tan brillantes y hermosos como la primera vez que los vió, recordando en silencio aquellos días.- Pero, pase lo que pase, siempre recuerda que por más que ames a alguien, ese alguien no te pertenece. No es un objeto sobre el que puedas mandar y hacer lo que quieras.

¡Qué bonita familia!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora