Verduras

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— Mami, ¿por qué tengo que comer esto?- Cuestionó Milo, señalando las coles en su plato.

— Porque necesitas alimentarte bien, Milo.- Respondió tranquilamente su madre.- Además, quién no termine sus verduras, se queda sin postre.

— Pero si Saga y Kanon no se comen el brócoli nunca y no les dices nada.- Señaló el niño.- ¿Por qué a mí sí cuando no quiero las coles?

— Nosotros porque somos alérgicos.- Mencionó Saga.- Pero tú no eres alérgico a las coles.

— ¿Qué es eso?

— Que su cuerpo no procesa bien un alimento y provoca que se les inflame la garganta si lo comen.

Milo permaneció unos segundos en silencio, observando las pequeñas esferas verdes en su plato, después los platos ya vacíos de todos los demás presentes, y finalmente a sus padres.

— Mami, papi, creo que soy amenérgico a las coles.

Los adultos intercambiaron una mirada, riendo suavemente, negando con la cabeza.

— En primer lugar, es alérgico.- Señaló Kardia con una sonrisa divertida.- Y en segunda, no eres alérgico, simplemente no te gustan y quieres una excusa para no comerlas.

— Pero es que saben horribles.

— Ya sabemos que no te gustan, Milo, pero es por tu bien.- Habló ahora Asmita.- Podemos probar otras recetas, pero por ahora haz un pequeño esfuerzo y comelas.

El niño suspiró, pero al final no tuvo más remedio que tomar uno de los vegetales con el tenedor y comenzar a masticarlo.

Al instante, la mueca de desagrado se dibujó en su rostro, así como las ganas de escupir el bocado.

— No le tomes sabor, solo pásalo.- Le sugirió Kanon, levantándose de su asiento para cubrirle la boca y evitar que escupiera todo.- A la de tres traga rápido. ¿Listo?- Milo asintió, aún con los ojos lagrimeando por el esfuerzo de retener la comida.- Una, dos, ¡tres!

A la señal, el pequeño Alpha hizo lo que el peli-azul le había indicado, pasando el bocado con dificultad.

— Bien hecho, enano.- Le alentó Kanon, acercándole un vaso de agua.- Va una, quedan seis.

— No, ya no quiero.- Negó el infante, cubriéndose los labios.- Saben horrible esas cosas.

— Ya te dije que no les tomes sabor. Solo masticalas y pásalas.

— No eres un bebé, Milo. Deja de comportarte así.- Musitó Shaka desde el otro lado de la mesa.- Solo come y deja de quejarte.

— ¡Tú no te comes las zanahorias!

— ¡Claro que lo hago!

— ¡Que no!, ¡siempre las escondes debajo del plato!

Y ahí iban de nuevo... En menos de un parpadeo, Milo ya había tomado una col de Bruselas, para colocarla en el tenedor, y lanzarla como proyectil directo a la frente de su hermano mayor.

Shaka rechinó los dientes, y después de buscar algo debajo del borde de su plato, sacó una tira de zanahoria, devolviendo el favor a su hermano.

Los gemelos intentaron detenerlos, sujetándolos, pero ese par de diablillos eran más difíciles de contener de lo que aparentaban.

— ¡Ya basta!- Intervino Asmita, deteniendo la revuelta completamente.- ¿Qué les he dicho de jugar con la comida?

— Lo siento, mamá.- Murmuraron ambos niños.

— Nada de "lo siento", jovencitos.- Replicó Kardia.- ¿Tienen idea de cuánto tiempo y esfuerzo le toma a su madre preparar toda la comida para que ustedes se comporten de esta manera?

Los dos niños miraron discretamente a su madre, y después el desastre que habían hecho... Ahora sentían bastante culpa por sus acciones.

— Van a limpiar todo esto, y mientras lo hacen, a pensar en su comportamiento y cómo hicieron sentir a su mamá. Y no hay postre para ninguno de los dos.- Añadió el Alpha.- ¿Entendido?

— Sí, papá.

— Bien, entonces comiencen por recoger lo que cayó al suelo antes de que Velvet lo coma. Y después secan la mesa.

Los dos asintieron de nuevo, y se pusieron a hacer lo que su padre les indicó. El resto recogió sus propios platos y cubiertos utilizados, y se dispusieron a limpiar. Kardia y los gemelos volvieron al trabajo en la cafetería, y se despidieron de los tres restantes.

Milo y Shaka terminaron de limpiar como su padre les había dicho, y después de un rato, fueron con su madre para disculparse por su comportamiento, lo último por decisión propia.

— Está bien, pequeños.- Sonrió el Omega, abrazando a sus cachorros.- Solo que no se repita, por favor.

— Ya pensamos en algo para solucionarlo, mami.

— ¿Ah, sí?- Inquirió el rubio mayor.- Y ¿qué sugieren?

— A mí no me gustan las coles de Bruselas, pero a Shaka sí. Y a Shaka no le gustan las zanahorias, pero a mí sí.

— Si intercambiamos las porciones de verduras, nadie pierde.- Añadió Shaka a la explicación de su hermano.- Seguimos comiendo la misma cantidad de verduras, y nadie tiene que comer lo que no le gusta, ni se desperdicia nada.

— Bueno... Supongo que podría funcionar.- Sonrió Asmita tras unos segundos.- Bien, probemos su idea a partir de mañana entonces. ¿De acuerdo?

— Sí, mamá.- Asintieron ambos.

— Bien, entonces vayan a terminar sus tareas, y después me ayudan a preparar la cena.

¡Qué bonita familia!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora