Baño de burbujas

42 15 31
                                    

— ¿Cómo te sientes, Milo?

— Me duele todo.- Respondió casi sollozando el menor, mientras su madre le colocaba una compresa fría sobre la frente.

— Es normal, manzanita. Pronto pasará.- Mencionó Kardia, tomando su mano.- Para mañana, la medicina ya habrá hecho efecto y estarás mejor.

El pequeño Alpha soltó un quejido, apretando la sábana en sus manos.

Sus padres trataban de mantener la calma y no sucumbir al miedo y la desesperación por ver a su pequeño en un estado tan vulnerable.

El primer celo era un acontecimiento difícil no solo para los Omegas, también lo era para los Alphas.

Milo había comenzado a sentirse enfermo en la escuela y se le hizo saber a su profesor. Y en cuanto se dieron cuenta de que le estaba por llegar el celo, los llamaron de inmediato para que fueran a recogerlo.

Llegaron tan rápido como pudieron, temerosos por el escenario que tenían enfrente. Milo aún era muy pequeño, tenía solo once años, pero los hechos hablaban por sí solos. Al parecer, había tenido la mala suerte de ser un caso precoz.

Lo llevaron al hospital de inmediato, aunque Milo no dejó de llorar en todo el camino, tanto por el miedo, como todo el dolor físico, siendo consolado por su madre. En la sala de emergencias, los médicos lo revisaron y administraron un supresor de emergencia junto a algo de anestesia para el dolor.

Debido a su edad, no era candidato a un implante, la carga hormonal podría perjudicar su desarrollo, debido a que ni siquiera había entrado a la adolescencia aún. Lo mismo con las pastillas y las inyecciones.

Era difícil, pero no imposible tratar casos como el de Milo. Al final, el doctor sugirió que comenzara usando el parche. Solo uno por periodo de celo, al menos hasta que cumpliera los trece años, y pudieran probar otro sin arriesgarlo tanto. Y trataran el resto de malestares con compresas frías y baños relajantes.

Una vez despertó de la anestesia, le dieron el alta y pudieron llevarlo a casa, dónde se encargaron de colocarle el parche y cuidarlo todo el día.

Una vez que la tina de baño estuvo lista, Kardia se encargó de cargar al pequeño Alpha y dejarlo sumergirse en el agua para ayudarlo a relajarse.

El primer celo de un Alpha era bastante impredecible, así que por precaución, decidieron que Shaka se quedara con sus abuelos al menos por esa noche, hasta que Milo se sintiera mejor.

— Me duelen los dientes.

— Ya lo sé, pequeño. Son tus colmillos.- Le consolaba Kardia, acariciando su cabello.- A mí también me dolió mucho cuando me erupcionaron por completo.

— ¿Cuánto va a durar esto?

— Ya te habíamos explicado que pueden ser de tres a cinco días, cielo.

Milo solo pudo hipar, temeroso de imaginar el resto de su vida soportando el dolor en toda su dentadura, el ardor en su estómago, la fiebre, la desesperación, y todas las demás sensaciones raras en su cuerpo.

— Ya sé que es incómodo, manzanita.- Murmuró su padre a su lado.- Pero solo es cada seis meses, y puede que solo sean tres días, no te preocupes. Con el tratamiento estarás bien.

Milo solo asintió en silencio, sintiéndose demasiado incómodo y asustado. Sus padres ya le habían explicado lo básico del celo, pero jamás imaginó que fuera a ser así de horrible, y ahora tenía demasiadas preguntas que no tenían respuesta en ningún libro de la escuela. Pero que no se atrevía a hacer.

— ¿Prefieren que les dé un momento para que puedan hablar de Alpha a Alpha?- Sugirió Asmita, notando el agobio en su pequeño.

Milo lo pensó por unos segundos, y finalmente asintió, aceptando el ofrecimiento de su madre.

¡Qué bonita familia!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora