Ayuda en la cocina

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El cielo nublado, la baja temperatura en el ambiente, la nieve cubriendo de blanco la ciudad, y el aire helado haciendo erizar la piel a cualquiera, anunciaban la llegada del invierno. Al igual que el gran tráfico de gente por las calles cargando enormes bolsas de compras, corriendo apresurados, y el ajetreo en la cafetería por conseguir un pastel de frutas para compartir en familia que solo preparaban en esa temporada, anunciaban el día tan especial que era: nochebuena.

— ¿Qué les pasa, niños?- Preguntó Asmita al notar tan melancólicos a sus hijos, observando por la ventana de la sala.

— Nada, mami.- Suspiró Milo, bajando del asiento acolchado.- Solo... Estoy algo cansado.- Añadió, para después irse a su habitación.

Asmita notó que sus hijos no eran los únicos en ese estado, hasta Velvet parecía contagiado por su tristeza, manteniéndose echado en la alfombra de la sala.

— Extrañan a los tontos de Saga y Kanon.- Respondió Shaka, refiriéndose a su hermano y al perro.- Es la primera Navidad que pasan sin ellos fastidiando.

— ¿Estás seguro de que solo ellos dos los extrañan?- Cuestionó Asmita con una tenue sonrisa a su primogénito, sentándose a su lado.

— Aioria y Angelo también los extrañan, y también a Aioros.

— ¿No te olvidas de alguien más que los extraña?

— Afrodita creo que también los extraña, y a Aioros sus padres. A los geme-tontos no sé si su padre los extrañe demasiado, pero los abuelos, papá y tú sí los extrañan.

— ¿Y tú?

— Yo no los extraño.- Afirmó el rubio menor, cruzándose de brazos.- Estoy muy feliz desde que se fueron en verano, y ya no tengo que ver sus caras ni aguantar sus bromas de mal gusto.

Asmita rodó los ojos y mantuvo una suave sonrisa, observando a Shaka... Era tan obvia su mentira, y cuánto echaba de menos a ese par, que era adorable.

Permaneció al lado de Shaka y Velvet unos minutos más, dándole mimos a la mascota de la familia intentando levantarle el ánimo. Aún faltaban unas horas para que la cafetería cerrara y fueran a la casa de sus padres, dónde se reunirían todos ese año para celebrar la víspera de Navidad.

Pero en ese transcurso, comenzaron a escuchar el sonido de una guitarra eléctrica, y ambos de inmediato reconocieron a qué canción pertenecía la melodía.

Los tres se levantaron y fueron directo a la habitación de Milo, dónde al abrir sigilosamente la puerta, pudieron verlo tocando la guitarra que Kardia le había obsequiado hace algunos años, y de la que seguía profundamente enamorado. Haciendo sonar la pista de "Hey, Brother" en las cuerdas, con lágrimas en los ojos.

Milo había pasado todos esos años practicando con la guitarra y era bastante bueno a pesar de tener tan solo diez años recién cumplidos hace poco más de un mes. Asmita sabía que un hábito que su hijo había adoptado, era tener una "canción especial" con cada persona importante para él, y aprender a interpretarla con su guitarra. Esa canción en específico, era la que había asignado para Saga y Kanon.

Solían llamarlos casi a diario, pero Milo seguía extrañandolos demasiado, y las primeras dos semanas lloraba a diario, y no podía ni siquiera escuchar sus voces en el teléfono sin romper en llanto. Ante ese problema, Kanon le propuso la idea de tocar tocar y cantar esa canción cada vez que los extrañara, para que cuando volvieran a verse, les mostrara su progreso.

Solo así, Milo había logrado sobrellevar la separación, con la promesa de volver a verse para Navidad... Pero cuando hace dos días, los tres jóvenes anunciaron que debido a las pésimas condiciones del clima, les sería imposible viajar y asistir a la cena de Navidad, el ánimo de todos decayó, y el más evidente fue Milo.

¡Qué bonita familia!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora