Monstruo en el armario

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El oscuro manto de la noche cubría todo el cielo, iluminado apenas con unas cuantas estrellas y la fría luz de la luna llena, colándose por las ventanas de las casas.

Una noche tranquila, casi magnífica. Solo con la sutil estridulación de los grillos de fondo. Perfecto para dormir plácidamente... Excepto para cierto pequeño Alpha de cabello violeta.

Milo permanecía escondido bajo las mantas de su cama, asomando únicamente los ojos para observar fijamente el armario, completamente aterrado.

La puerta estaba ligeramente abierta, solo una pequeña ranura, dejando ver una silueta que parecía buscar salir en cualquier momento.

La habitación que compartía con su hermano— y los gemelos cuando se quedaban a dormir— era iluminada únicamente por la casi escasa luz de luna que con mucho esfuerzo se colaba por la ventana cuando el aire mecía las cortinas. Así que prácticamente estaba a oscuras.

Intentaba calmarse, recordar que los monstruos no existían, y que estaba a salvo y nada iba a lastimarlo... Pero esa sombra seguía asomándose por la puerta, el aire soplaba cada vez más fuerte, y cuándo la ventana golpeó contra la pared, no pudo contener el potente grito que escapó de su garganta, despertando a todos en el edificio.

— ¿Qué pasó?- Preguntó Kardia, apareciendo al lado de Asmita en la habitación, mientras encendían las luces.

— ¡Papi!- Sollozó Milo, estirando los brazos a su padre, que rápidamente se acercó para alzarlo, buscando calmarlo.

Shaka y los gemelos se incorporaron en sus respectivos lugares, aún intentando asimilar qué rayos acababa de suceder.

— ¿Qué pasó, Milo?- Preguntó Kardia a su hijo, notando como temblaba en sus brazos.- ¿Por qué gritaste?

— ¡El monstruo del armario iba a llevarme!

Ante las palabras del infante, todos los demás presentes intercambiaron miradas.

Los gemelos rápidamente alzaron las manos y negaron con la cabeza, siendo imitados por Shaka a los pocos segundos.

— Milo, los monstruos no existen, cielo.- Murmuró Kardia, acariciando la espalda de su hijo.- Solo fue una pesadilla.

— ¡No, papi!- Negó el menor.- ¡Yo lo ví!

— ¿Ah, sí?- Preguntó Asmita, con una tranquila sonrisa.- ¿Y dónde está el monstruo horrible que quiere comerse a mis pequeños?

— A Shaka no creo que se lo quiera comer. Debe saber muy amargo.- Intervino Kanon con una sonrisa burlona, levantándose del colchón inflable que compartía con su hermano para ayudar a calmar a Milo.- Pero pobre de mí. Se habría dado una cena deliciosa conmigo si Milo no nos despertaba.

— No creo que el monstruo coma porquerías.- Replicó Shaka desde su cama.- Así que puedes dormir tranquilo.

Saga estalló en carcajadas, y Asmita y Kardia a duras penas lograron contener la risa por cómo Shaka había usado las propias palabras de Kanon en su contra. Pero al menos funcionó para que Milo dejara de llorar, y comenzara a calmarse.

— Vamos a ver a ese dichoso monstruo.- Afirmó Asmita, acercándose a la puerta abierta del armario.- No se va a comer a nadie mientras yo esté aquí.

Milo se aferraba a su padre, en busca de seguridad, observando asustado.

Shaka permanecía en su cama, ligeramente intrigado, luchando por no quedarse dormido.

Saga y Kanon solo miraban, fingiendo estar asustados. Sabían de sobra que no había ningún monstruo, pero nada perdían por darle a Milo un recuerdo divertido de la infancia.

¡Qué bonita familia!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora