¿De dónde vienen los bebés?

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— ¡Tenma!- Exclamó emocionado Milo, saltando de las escaleras para correr a abrazar al Omega.

— ¡Qué tal, Milo!- Le sonrió el castaño, correspondiendo el abrazo del niño.- ¿Cómo has estado?

— Bien.- Sonrió el pequeño Alpha.- Pero te extraño. A tí y a Yato.

— Nosotros también te extrañamos, a tí, a Shaka y hasta a los gemelos.- Respondió el joven.- Pero ahora debemos encargarnos de la nueva cafetería.

— Ya sé.- Suspiró el niño.

Después de varios años en el negocio, la cafetería había logrado tal éxito que una sola no se daba a basto, y pudieron abrir otra sucursal.

Tenma y Yato habían aceptado el ascenso que Kardia les ofreció como gerentes, y se habían estado haciendo cargo de la contratación de personal, y administración de la sucursal que había abierto sus puertas hace dos meses, y estaba teniendo el mismo éxito que su predecesora.

Milo estaba tan acostumbrado a ver a ambos chicos, que aún seguía lidiando con el duelo de la separación, y solo verlos con suerte una vez a la semana, cuando se reunían con su padre para rendir cuentas y recibir su paga.

— Oye, aún seguimos siendo amigos, ¿no?- Le sonrió Tenma, logrando levantarle un poco el ánimo.- ¿Tu papá te ha dado los cupcakes que dejo para tí si no nos vemos?

— Sí. Gracias por eso, Tenma.- Agradeció con una sonrisa, hasta que notó algo inusual.- Oye, Tenma.

— ¿Pasa algo, Milo?

— ¿Estás usando un perfume nuevo o algo?

— No, Milo. ¿Por qué lo dices?

— Es que hueles un poco diferente.

Tenma sintió un pequeño escalofrío, pero logró controlarse y simplemente sonreír. No sabía qué tanto de esos temas podía hablar con un niño tan pequeño.

Por suerte, Kardia terminó su reunión mensual con los proveedores, y se acercó a su empleado. Ya sospechaba de qué podía tratarse el asunto que Tenma tanto insistió en decir personalmente, pero prefería no sacar conclusiones.

— Lamento la demora.- Habló.- ¿Qué necesitabas hablar conmigo, Tenma?

— Yo... Bueno, es complicado.

— Tenma, te conozco desde que eras un mocoso de... ¿Qué?, ¿quince años?- Replicó el mayor, a lo que Tenma asintió.- Solo suelta lo que tengas que decir.

El Omega castaño respiró profundo, intentando calmarse. Realmente no era un tema que comprometiera a Kardia como persona, pero sí como su jefe, y debía informarle.

— Solo quería informarle que estoy en cinta.- Soltó finalmente, sorprendiendo a Milo. Kardia permaneció en silencio, ya se veía venir que era algo así, pero por la expresión de Tenma, sabía que no había sido algo planeado.- Pero no se preocupe. Le garantizo que esto no va a tener ninguna repercusión en mi trabajo y no voy a ausentarme demasiado tiempo.

Kardia miró de reojo a Milo, y después cómo Tenma estaba casi temblando de miedo. Así que, antes de que su hijo dijera algo que empeorara la ya por sí sola, complicada situación de Tenma, decidió hacer algo.

— Milo, ¿puedes ir a buscar mi cuaderno pequeño a mi oficina, por favor?

El pequeño, en su inocencia, rápidamente accedió, pasando completamente por alto la angustia que Tenma pasaba al dar aquella noticia. Y se marchó, dejando a solas a ambos adultos.

Por suerte, la hora pico había terminado, y aunque algunas mesas estaban ocupadas, las cercanas a la barra estaban vacías. Así que Kardia invitó a su empleado a tomar asiento, y le ofreció algo de té helado para calmarse.

¡Qué bonita familia!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora