Travesuras

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Seis meses habían pasado desde que el nuevo bebé llegara a la familia, y aunque al inicio fue complicado adaptarse al nuevo estilo de vida, al final lo habían logrado.

Los padres de Asmita seguían ayudándolos, cuidando de los bebés por la mañana, y un par de horas a los gemelos, hasta que Asmita pasaba a recogerlos a todos alrededor de las 3:00 de la tarde al finalizar su jornada en el hospital.

En casa, el Omega se encargaba de cuidar de los niños, mientras en la planta baja, dónde se encontraba la cafetería, Kardia junto a los empleados se encargaban de su propio trabajo.

Shaka ya era capaz de caminar sólo, y aunque muchas veces permanecía tranquilo jugando con los gemelos y su hermano menor en la zona asignada para ellos, de vez en cuando se hartaba de los berrinches del bebé más pequeño durante las horas de comida, y aprovechaba la distracción de su madre para escapar.

— Buen intento.- Sonrió Asmita, sosteniendo al pequeño Beta con un brazo, y llevando al pequeño Alpha en el otro.- Pero Saga y Kanon hacían cosas peores a tu edad.

O al menos lo intentaba... Asmita casi siempre frustraba sus intentos de fuga a la cafetería, al alcanzarlo de último momento en las escaleras que conectaban ambos pisos, y llevarlo de vuelta con los demás niños.

— Novato.- Rió Kanon, tras ver a Shaka de vuelta.- Necesitas ser más rápido.

— Toto.

— Shaka.- Reprendió Asmita a su primogénito.- Nada de ser grosero con los demás.

El pequeño Beta solo bufó, inflando las mejillas y mostrando la lengua al Alpha peli-azul una vez que Asmita se dió la vuelta.

Los gemelos continuaron con las tareas escolares que tenían pendientes, mientras Shaka se resignó a sentarse a su lado y mirar la televisión.

Asmita estaba tratando de darle de comer a su segundo hijo, pero al contrario de Shaka, el bebé había resultado bastante quisquilloso para comer.

No importaba lo que hicieran, ya habían intentado de todo, y simplemente no lograban nada. Desde dejarlo comer por su cuenta como a Shaka, hasta darle de comer ellos. Desde darle carne de pollo hervida, hasta algo de salmón. Desde puré, hasta probar con verduras y frutas enteras, hervidas o crudas... El bebé se negaba a comer todo. Si probaba dos cucharadas de algo era un milagro.

— ¿Por qué Milo no quiere comer, Mita?- Preguntó Kanon con curiosidad.

— Es lo que yo quisiera saber, Kanon.- Rió con cansancio el Omega.- Supongo que simplemente come poco.

— Pues con el puré de manzana que Kardia le prepara, o con tu leche, no parece comer poco.- Señaló el niño, dejando un momento sus deberes para acercarse al Omega, junto a su hermano.- Es lo único que parece gustarle.

— Cada bebé es diferente.- Explicó el mayor, mientras amamantaba a su hijo más pequeño.- Algunos son más tranquilos, otros más inquietos... Es imposible predecirlo.

— ¿Cómo estamos nosotros de bebés, Asmita?- Preguntó Saga.

Asmita sonrió inconscientemente, recordando aquellos días. Ahora le parecía casi irreal que habían pasado ya ocho años, y que los gemelos habían pasado de ser bebés del tamaño de Milo, a quiénes mecía en sus brazos, a ser dos niños igualmente adorables.

— Bueno... Eran un par de torbellinos andantes.- Bromeó el Omega.- Cuando ustedes nacieron, yo tenía 19 años y Kardia 20. Los dos estábamos estudiando la universidad, y trabajando medio tiempo.

— Así fue como se conocieron, ¿verdad?- Interrumpió Saga.- Porque entraste a trabajar al mismo bar que Kardia. Eso dice papá.

— Era un restaurante en realidad, y yo trabajé de mesero y después de cajero.- Aclaró Asmita, logrando ocultar su disgusto. Después ajustaría cuentas con ese Delta.- Pero es verdad que el lugar tenía un pequeño bar, y Kardia estaba a cargo de la barra.

¡Qué bonita familia!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora