Epílogo.

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Epílogo.

3 años después.

El me tomó en sus brazos y con precaución, comenzó a llevarme hasta la orilla del mar, dónde podía percibirse a la perfección el aroma salado que emitían las olas. Me bajó y juntos, comenzamos a contemplar el bello cielo nocturno, que estaba salpicado de estrellas hermosas. Por años, habíamos compartido una pasión por los astros y justamente esta noche, habría unos magníficos fuegos artificiales que volverían nuestra velada aún más especial. Rodeé mis rodillas con mis brazos y recargué mi mentón sobre ellas. Justin colocó su brazo sobre mis hombros y me pidió que lo mirara a los ojos. Al ver esos ojos miel que me enloquecían, logré darme cuenta de qué, no podía pedirle nada mas a esta vida que permanecer siempre a su lado.

-Te amo tanto, este sentimiento que tengo por ti es algo que jamás había sentido por nadie mas –espetó con dulzura.
-Yo me siento del mismo modo, cielo –le contesté, al mismo tiempo que tomaba mi rostro entre sus manos.
-He estado pensando últimamente en algo muy serio, que podría cambiar la vida de ambos.
-¿Qué pasa, Justin?
-Quiero dar el siguiente paso –sentenció y sentí cómo mi corazón dio un giro– Jean, ¿quisieras casarte conmigo? –Tragó saliva– se que no soy un príncipe azul, jamás lo seré. Pero, nunca en mi vida fui sincero con mi corazón, no quiero cometer los mismos errores que llegué a cometer en un pasado. Por primera vez en mi vida, siento que estoy haciendo lo correcto, pidiéndole a la mujer que más amo en este mundo que se case conmigo –sus ojos ya estaban más que cristalinos y aún no me lo podía creer.
-¡Acepto, acepto, acepto! –contesté eufórica y me lancé sobre él. De pronto, millones "te amos" se escaparon de mis labios, mientras que él lo repetía también. Se acercó a mi rostro, rozando lentamente su nariz con la mía, para luego rozar nuestros labios. Lo miré a los ojos, sonrió y luego se acortó de nuevo la distancia que quedaba entre ambos, mientras cerrábamos los ojos. Era un beso lento, sus labios se movían suaves contra los míos y me hacía sentir millones de cosas inexplicables. Me hacía sentir como si todo lo que había pasado entre nosotros si había valido la pena, todo para este momento, en dónde solamente existíamos nosotros dos, el uno para el otro y más nadie. Sus manos abandonaron mi rostro para situarse en mi cintura mientras mis manos estaban apoyadas torpemente en su pecho. Después de haber superado tantos obstáculos, el amor, la confianza y el respeto que habíamos sembrado entre ambos, había dado sus frutos.
-¿La eternidad existe, Justin? –le pregunté, mientras acariciaba su mejilla con suavidad. Con su cara brillando en la profunda oscuridad y sus ojos como si todas las estrellas de la galaxia se unieran, me dijo que la eternidad existe.
-Nuestro amor, jamás se acabará. Será eterno, Jean, eso te lo prometo.

6 años después.

Comencé a reír mientras él me tomaba por detrás y me recostaba con suavidad sobre el sofá mientras me daba pequeños besos en mis mejillas. Incontables veces, comenzó a susurrarme al oído cuanto me amaba e igual que hace 10 años sonreía de la misma manera. No podía evitar sentirme cada vez mas enamorada de él. Cada vez que me abraza, siento las mismas mariposas que sentí la primera vez. Lo amaba tanto, que no podía imaginarme una vida sin él a mi lado. Él tenía mi corazón en sus manos.

-Ven cielo –tomó mi mano– vamos.

Con los dedos entrelazados, subimos las escaleras de nuestro hogar y abrimos la última puerta del pasillo. Con una sonrisa en su rostro, Justin abrió la puerta de la habitación y de inmediato al ver el delicado papel tapiz rosado, nos abalanzamos hacia la cuna de nuestra pequeña hija y... ahí estaba ella, aquella luz que guiaba mi camino, aquella pequeña princesa que reinaba mi universo.
La tomé entre mis brazos y ella sonrió con el pequeño diente que comenzaba a brotarle. Era tan risueña y energética, igual que yo. Comencé a contemplarla, cómo había hecho innumerables veces en el pasado. Aquellos ojos miel, profundos y bellos, esas pestañas rizadas y tupidas, al igual que sus cejas y su cabello castaño oscuro. Esas mejillas delicadas y rosadas como pétalos de rosas.

-Es tan hermosa –susurré maravillada.
-Es perfecta –agregó mi marido.
-Te amo tanto –susurré a mi bebé y ella me sonrió, mientras balbuceaba un poco.
-Te amamos princesa –dijo Justin, acariciando su delgado cabello cómo a un tesoro.
-Gracias por darle luz a mi vida –dije esta vez dirigiéndome a él. Con su blanca y amplia sonrisa, me susurró al oído.
-Gracias a ti por existir. 

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Tuve unos problemas con mi cuenta, por lo que no les llegó a aparecer el epílogo, lo siento si me tarde de más. 

Quiero agradecer a todas/os aquellas/os que hicieron esto posible, brindándome su apoyo desde el primer día, y a aquellos que se integraron a la historia en el camino. Muchas gracias por dejarme ser parte de sus mañanas, tardes y/o noches, MUCHAS GRACIAS♥ y lo mas importante gracias a la hermosa escritora que me dejo adaptar su historia♥

Veremos cuando empiezo con otra, los amo♥ 

Phenomenon | j.bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora