Capitulo 20

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Stavros no deja de mirarme con aquellos ojos brillosos.

—Por favor levántate del suelo —le pido cuando no me ha soltado de las piernas.

Stavros obedece se pone de pie y me atrae hacia él para abrazarme con fuerza.

—Eres lo más valioso para mí Ann —me susurra.

—No es necesario que lo digas, lo sé.

—Moriría sin ti —me besa en la frente.

—Por fortuna eso no sucederá porque no me iré a ningún lado —le calmo y le limpio las lágrimas—. ¿Gelato? —le pregunto.

Él me regresa una sonrisa.

—Dicen que mi gelato cura corazones tristes.

—Tú hace mucho curaste mi corazón —responde y me besa dulcemente.

Me separo de él y voy directo a la cocina para preparar mi especialidad, rebusco entre las gavetas y comienzo a moverme de un lado a otro mientras vierto los ingredientes, Stavros solo se ha mantenido sentado en una de las sillas observando como me tomo el tiempo necesario para prepararlo.

—¿Vas a quedarte ahí viéndome todo el tiempo? —le pregunto.

—Quiero verte siempre.

—Me ves todos los días.

—No es suficiente.

Meto el gelato a la nevera para que pueda refrigerarse un poco y luego me regreso a su lado para sentarme enfrente de él.

—Dime ¿que ves en mí? —pregunto.

—Veo el ser más maravilloso que he encontrado en mi vida —contesta para alejar un cabello de mi frente—. ¿Tú que ves en mí?

—El hombre que he amado siempre —respondo y sonrío—. El protagonista de mi historia.

—¿El protagonista de tu historia?

—Mi propia historia de amor —muevo mi nariz con la suya.

—Que afortunado soy entonces.

—Podemos esperar un tiempo ¿verdad?

—¿A qué te refieres belleza?

—A tener bebés —digo con la voz ahogada—. Tal vez no suceda, pero...

—Voy a esperar lo que sea —besa mis manos.

—¿Y si no podemos tenerlos?

—Ann...

—Dime que buscarás la forma de que podamos ser felices si eso sucede.

—Tu salud es lo más importante y no voy a anteponerla por nada.

—Stavros yo si deseo tener hijos —me sincero.

—Lo haremos cuando estemos listos y tú mejores. Incluso podemos comenzar a armar una lista de nombres, tengo unos que me gustan. De niña por supuesto, porque es un hecho que tendrás a mi hija.

—¿Niña? —me suelto a reír—. ¿Acaso vez el futuro? ¿Cómo estás seguro de que tendremos una hija?

—No lo sé, quizás porque amo tanto a su madre que tal vez mi deseo se haga realidad —sonríe y me besa.

—Yo desearía tener un niño.

—Bueno pueden ser los dos, así los ambos estaremos contentos.

**

La cabeza me pesa, apenas he probado el desayuno.

—Señora Anneliese no ha probado nada —me dice Alba al ver como juego con el tenedor en mis dedos.

Guardián OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora