Capitulo 31

635 70 12
                                    

Me remuevo entre las sabanas cuando escucho un leve ruido en la habitación. Abro los ojos solo para descubrir la figura de Stavros a un lado mío.

—¿Tú...? —Pregunta fijando su vista en mis brazos.

Descubro que aún sigo abrazada al pequeño oso de peluche.

—Lo he descubierto anoche camino a tu habitación.

—Sé supone que sería una sorpresa.

—Quizás no fue buena idea husmear entre las cosas. Pero se me ha sido inevitable sentir ternura de saber que si piensas en el y que no lo odias.

Él se pasa las manos por el rostro.

—Yo no lo odio Ann —fija sus ojos brillosos en mí—. Jamás odiaría algo que viniese de ti, solo odio la idea de que puedo perderte. Y no lo soportaría.

—Lo tomo de una de sus manos y le sonrío.

—Stavros que comprases sus cosas y que pensaras en el es lo más lindo y tierno que has podido hacer por nosotros, y quizás no lo veas pero estas actuando como un padre con el bebé y es lo que más amo de ti, aunque intentes estar enojado conmigo por algo no puedes lograr evitar regresar a mí y mirarme con ojos de amor.

—Yo te amo Anneliese —une su frente a la mía—. Te he amado desde el primer momento, y no sabes el miedo que tengo que no estés en mi vida, de que no pueda recuperarte. El tiempo en el que nos separamos fue el más largo de mi existencia y no quiero repetir algo parecido en mi vida.

—Entonces hagamos de este momento algo feliz, tú, yo y el bebé —lo beso en la mejilla—. No quiero que vivamos en la misma casa sin siquiera hablarnos, no quiero que nos alejemos más. Por favor disfrutemos de esto juntos.

—¿Y si te pierdo? —me mira con angustia.

—No pienses en eso ahora —le respondo para calmarlo.

—Solo responde ¿qué haré si te pierdo? ¿Cómo seguiré sin ti?

Aprieto con fuerza mis parpados.

—¿Cómo puedo tomar en brazos a nuestro bebé y decirle que no tiene a su madre? ¿Crees que podré hacerlo?

—No puedo responder a esa pregunta porque no sé lo que nos depare el destino, solo puedo decirte que nuestro hijo merece todo el amor que me das, no quiero que sea infeliz.

Él me toma de los brazos y me sonríe.

—Tendrá todo el amor del mundo —me abraza fuertemente—. Y te tendrá a ti como su madre, me encargaré de eso.

Me aferro a ese abrazo, tan fuerte como si fuese el primero que nos damos. Nos debíamos esto.

**

Termino de acomodar las cosas en la habitación, Stavros ha mencionado que sería un buen momento para regresar a la antigua casa que era de su padre ahora que cuenta con más seguridad, además agregado al hecho de que Brenda estará cerca de mí en caso de que la necesite.

—Ya me había animado con la idea de escoger tu habitación en este departamento, pero pensándolo bien aquí no hay ningún jardín en el que puedas jugar. Mamá conoce de un lugar al que te encantará ir, tu abuelo me llevaba de niña ahí —le hablo al bebé—. Por ahora papá está muy tenso con el tema de tu nacimiento, así que trataremos de portarnos bien ¿qué dices? ¿Serás un buen cómplice? ¿Nada de sustos? Prometo que cumpliré tus antojos a dulce de vainilla. Sí mamá sabe que te gusta el sabor a vainilla.

Me suelto a reír con aquello, el médico me había dado una dieta para el embarazo y entre ellas estaba el excluir por un tiempo el dulce, sin embargo el nuevo inquilino deseaba con ansias probar caramelos que tuvieran sabor a vainilla, o postres con este sabor. Los antojos iban a volverme loca.

Guardián OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora