Capitulo 25

530 74 24
                                    

Camino sin mirar atrás, recorro aquella carretera sin dejar de pensar en que la persona en la que más confiaba me ha traicionado viéndome a los ojos, en que es el principal culpable de todo mi dolor, en que no es un guardián o salvador como lo creí.

—Anneliese —vuelve e insiste y me toma del brazo.

—No quiero que me toques, ¡déjame sola! —le grito.

—Sube al auto o yo mismo te subiré en el —amenaza.

Lo ignoro y sigo caminando.

Stavros me toma de la cintura, me obliga a subir al auto y me mete en el asiento trasero.

—Dije que no quería que me volvieras a tocar —protesto.

—No voy a dejarte aquí sola en medio de la nada, ¿Qué clase marido seria? —alega.

—Tú no eres nada mío —respondo aunque me duelan ahora más esas palabras a mí que ni a él mismo.

—Te debo una explicación de todo esto.

—Tuviste tiempo suficiente para explicarlo, ahora no quiero escuchar nada.

Concentro mi vista en la ventana, Franco conduce en dirección de regreso al apartamento, pasamos por el centro de la ciudad y aprovecho el cambio de semáforo para bajarme de allí. Stavros me sigue por las calles, no deja de gritar mi nombre como un loco por allí y lucho por no chocar con la gente que se me atraviesa en el medio. Opto por quitarme los tacones y correr descalza por allí hasta que consigo dar con un hotel. Me meto para cubrirme de la lluvia, camino a recepción y le pido a la mujer que me dé rápidamente cualquier habitación que se encuentre libre, una vez logro obtener la tarjeta de esta subo para que no pueda encontrarme.

Parece que mi plan de huir de él ha funcionado porque no lo veo por ningún lado y lo he perdido de vista.

Aliviada de que no me haya encontrado tomo el elevador y subo hasta la habitación del octavo piso, camino por el extenso pasillo hasta que doy con el número de mi habitación, el 807 se levanta en una pequeña placa. Paso la tarjeta por allí, atravieso la puerta y dejo mis cosas a un lado.

Necesito tiempo para mi sola, necesito pensar que hacer con mi vida después de esto.

Escucho el sonido del móvil, ignoro todas las llamadas porque sé que se tratan de él, justo ahora solo quiero dejarme caer en las sabanas de aquella cama y dejar salir todo mi dolor, mis lágrimas, mis miedos. Creí que con él recuperaría parte de mi corazón roto y desgastado, pero solo he conseguido romperlo más.

Me aferro a aquellas sabanas sin dejar de llorar, me pesa el pecho, me duele la cabeza y poco me importa que toda mi ropa este mojada producto de la lluvia, en este momento solo soy como una hoja seca que se desplaza por el viento para terminar convirtiéndose en pedazos de nada.

No soy nada ahora.

**

La luz del sol hace que abra los ojos.

Me he quedado dormida creyendo que mi dolor se iría o que quizás desaparecería, pero he regresado a la realidad, el hombre que he amado toda mi vida me ha traicionado, me ha ocultado la verdad, me ha hecho daño cuando prometió no hacerlo.

¿Cómo puedo perdonarle? ¿Cómo puedo verlo de la misma manera amorosa a los ojos?

Lo peor de aquello y lo más cruel del asunto, que aun así. Lo amo.

Tomo mi teléfono móvil en mis manos, cientos de mensajes iluminan la pantalla principal. Audios, llamadas. A este punto creo que ha puesto mi fotografía en personas desaparecidas. Sé que quizás se ha pasado toda la noche buscándome, y sé que es muy probable que no haya dormido en toda la noche, como también sé que Stavros es lo suficiente inteligente para terminar descubriendo donde me encuentro.

Guardián OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora