Capitulo 13

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Abro la puerta, entramos a la casa para ir hasta la sala de estar, Stavros no ha mencionado nada desde nuestra última conversación y me siento pésimo por haberle mentido. Dejo mi bolso en uno de los muebles. Él camina un par de pasos hasta donde me encuentro.

—¿Estas segura de esto Ann? —pregunta.

—¿Segura de esto? —arqueo la ceja.

—Si —se pasa la mano por el mentón y camina de un lado a otro como si la furia y el enojo lo invadieran en ese instante—. De trabajar para ese tipo —suelta sin más.

Suspiro.

—Si —respondo.

—¿Por qué? —lo pregunta como si aún no entendiese las verdaderas razones. Quizás deba ser más convincente la próxima vez con mis mentiras, quizás él ha notado que le he ocultado algo—. Digo, está bien sé que esto de mudarte conmigo es nuevo y que quizás te sientas incomoda con algo de lo que te he revelado y..., trataré de que todo sea mejor, lo prometo.

No puedo creer que en estos momentos él crea que se trata sobre algo relacionado a su pasado o a lo que me ha revelado.

—No es eso Stavros —odio mentir—. Es solo que, creo que es una oportunidad para hacer algo que quizás de niña estuve acostumbrada a ver en mi mamá, al menos hasta que se resuelva el asunto con lo del fidecomiso —lo calmo.

Stavros se agacha, me sujeta de las manos y las masajea con sus dedos.

—Haré que esta casa luzca más bonita, tendré las cosas que ese hombre tiene, solo es cuestión de tiempo.

En ese momento creo que su venganza ha llegado demasiado lejos, él quizás subestime el poder de su padre o de quien sea que sea ese hombre, pero no debería subestimar el de sus hermanos o incluso el de los matones a sueldo que lo persiguen desde que se involucró en ese mundo.

—No quiero una vida rodeada de cosas que hagan daño —digo sin más—. Y siento si ha sonado grosero de mi parte, pero deberías de hacer de lado esa venganza.

La ira una vez más se apodera de sus ojos.

—Jamás lo dejaré de lado —dice frío—. Yo no le perdonaré a ese hombre nada de lo que cometió, los errores se pagan y en mi mundo se pagan de una manera muy cara.

El odio habla por él, sus facciones cambian, incluso su misma voz toma un sonido diferente, parece otro hombre.

—Iré a cambiarme a la habitación.

Me levanto del mueble, camino unos pasos al pasillo hasta que su brazo me detiene.

—Lo siento mucho Anneliese —se limita a decir.

—Buenas noches Stavros.

**

Día número uno en la agencia.

Veo pasar mujeres de un lado a otro con peinados elaborados, maquillaje precioso y ropa de alta costura. El ambiente me retoma a unos años atrás cuando visitaba a mi madre tras bastidores, en los cientos de mensajes y flores que dejaban sobre camerino, en las veces que papá la hacía sentir como la mujer más hermosa de su vida.

Ahora solo son recuerdos.

—Anneliese —escucho la voz de Alexander proveniente de alguna parte del lugar.

—Alexander, buenas tardes —lo saludo.

Él se acerca hasta donde me encuentro, lleva puesto un traje azul mediterráneo que se ajusta a la perfección a su cuerpo, luce varonil y apuesto como siempre, no hay ni una arruga.

Guardián OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora