Capitulo 30

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El medico había recomendado descansar por los próximos tres meses hasta que pudiésemos descartar cualquier otra cosa que pusiera en riesgo tanto a mi como al bebé. Esa misma semana tuve que enviar un correo electrónico a Alexander en el que le explicaba todo desde el inicio y en el que le pedía disculpas por tener que cancelar mis compromisos con la agencia. Él solo me regreso un correo en el que me podía que no me preocupara por nada y que sería el mismo quien hablase con Raffaella sobre el desfile y lo demás.

Me sentía muy mal por haber ocultado la verdad desde el principio, pero no quería que la gente se enterase del bebé y empezará a especular cosas sin sentido en las revistas, algo a lo que debería enfrentarme muy pronto.

—He traído lo que me has pedido belleza —Stavros deja sobre la mesa de noche los cuadernillos en blanco y algunos lapiceros de colores que le he pedido para distraerme en la enorme habitación, regresaré a lo que mejor sé me da y es escribir. Terminaré aquel libro que deje sin final.

—Muchas gracias —le regreso un beso en la mejilla.

—¿Cómo te sientes?

Me toco el vientre con las manos.

—He tenido muchas nauseas durante la semana y empiezo a preocuparme por perder peso.

—Hablaré con el nuevo médico, lo importante es tu salud.

—Y la suya también no lo olvides —le respondo refiriéndome al bebé.

—La de ambos —sonríe.

Me quedo en silencio buscando la manera de decirle aquello, jugueteo con las manos nerviosa, no sé cómo decírselo, pero ignoro aquello me lleno de valor y finalmente se lo digo.

—¿Puedo pedirte un favor? —pregunto.

—Lo que sea belleza.

—No puedo moverme mucho de la cama, y no quiero molestar a una de las mujeres a las que has traído para cuidarme. No me siento cómoda con todo esto, y ahora me gustaría mucho un baño. Y me siento como tonta al pedirte esto, pero... ¿Podrías ayudarme a bañar? —pregunto avergonzada.

—Ann...—me toma del rostro dulcemente con ambas manos—. No tienes por qué sentirme avergonzada por pedirme este tipo de cosas, yo haré lo que sea por ti.

—Prometo que será solo esta vez, no quiero que me veas como una inútil.

—Sé que es difícil estar en esta habitación sin moverte, sin salir y sin hacer lo que tanto te gusta. Sé que lidias con tus problemas de ansiedad y sé que posiblemente no puedas controlarlos, pero quiero que sepas que no eres en ningún sentido una mujer inútil, eres muy valiente y fuerte y te admiro muchísimo por eso.

—Gracias Stavros, no sé qué haría sin ti —me abrazo a él dejando escapar algunas lágrimas.

—Haría lo que fuese por ti —me besa.

Stavros se mete primero al cuarto de baño para llenar la bañera y preparar todo con las toallas y los demás útiles de aseo personal. Uso aquel tiempo para quitarme la ropa que llevo puesta y cubrirme con una toalla el cuerpo, sé que he perdido bastante peso en las tres últimas semanas, la ropa empieza a quedarme grande y tuve que optar por usar vestidos porque los pantalones me quedaban muy anchos. Me sentía horrible y en parte no quería que me viese así.

—Ya está todo listo —sale del cuarto de baño y se acerca a la cama—. Te llevare para que puedas meterte a la bañera —me rodea con sus brazos y me lleva cargada hasta el cuarto de baño.

Stavros me ayuda a ponerme de pie, me pide que me quite la toalla y yo en un principio dudo en hacerlo, pero lo hago.

—Me veo horrible —susurro.

Guardián OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora