Capitulo 5

889 115 8
                                    

Lucho por arrastrar a Stavros hasta el callejón mientras esos hombres siguen siguiéndonos. Mi vista se centra en la vieja cabina telefónica.

—Esto es lo que haremos tú y yo —le hablo mientras lo tomo del rostro te arrastraras como puedas a esa cabina y no harás ni un ruido vale

—Vete Anneliese —susurra.

—Ya he dicho que no lo haré.

Miro desesperada a todos lados, esos tipos no demoraran en llegar a donde nos encontramos.

—¿A dónde iras tú? —Pregunta sosteniéndome del brazo.

—Buscaré algo para cubrir nuestras figuras, no te preocupes.

—Déjame aquí, ellos me quieren a mí.

—No importan las razones por las que esos hombres te siguen, y no creo que sea momento para explicarlas. Pero ahora lo único que deberíamos de preocuparnos es de mantenernos ocultos sin hacer el mayor ruido. ¿De acuerdo?

Él asiente.

—Bien, has lo que te pedido —le ordeno.

Stavros se las arregla para ir hasta la cabina telefónica abandonada que le he indicado, una vez me he asegurado de que se encuentra a salvo comienzo a buscar entre los cartones de los contenedores algo que nos pueda ayudar a ocultarnos, así que cuando logro encontrar entre la basura una enorme sábana vieja la uso para cubrir el disminuí espacio que hay entre una esquina y otra de aquel callejón.

—He vuelto, ves no he tardado nada le sigo hablando porque su rostro ahora luce pálido Stavros no vayas a dormirte, tiene que verte un médico.

—No me duermo —lucha por mantener sus ojos abiertos.

—¿Puedes verme? —le pregunto.

—Sí, no he dejado de verte —susurra.

Me quedo en silencio pegada a él cuando veo las sombras pasar de un lado a otro, esos hombres han legado al callejón y como perros olfateando están buscándonos entre la basura y el plástico.

—No debieron ir muy lejos, es solo una chica inofensiva.

—No está sola, no olvides eso.

—Ese cabrón está herido se queja el otro es la única manera que acabemos con él, lo dejaremos fuera del camino.

—Hijos de perra —gruñe por lo bajo Stavros.

—Shh..., van a escucharnos —le respondo.

—Busca bien, revuelca cada maldito lugar si es necesario. Acabaremos con esa escoria hoy mismo y de premio nos llevaremos a su linda noviecita.

Stavros lucha por irse de mi lado, me las arreglo para que no se deje llevar por la ira que destila por cada poro de su piel.

Los hombres cada vez hacen más cercanos sus pasos hasta donde nos encontramos, aprieto mis parpados esperando ser descubierta.

—¡Ven, a ver esto Tonny! —le grita el tipo a su cómplice.

Ruego que no puedan descubrirnos.

Las sirenas de la policía se convierten en mi salvación.

—¡Joder! deben estar buscándonos por el escándalo en el bar.

Las sirenas se escuchan cada vez más cercanas.

—Vámonos de aquí, luego nos encargamos del asunto con ese tipo.

Los hombres huyen del lugar para evitar ser descubiertos, cuento algunos minutos cerciorándome de que no regresaran y de que ya no están en riesgo nuestras vidas.

Guardián OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora