Salimos del baño y vimos a Samu correr por el pasillo hacia el jardín. Escuché gritos, y otro golpe. Salimos detrás de Samu, que no parecía ni haberse dado cuenta de que habíamos salido juntos del baño. Pasamos por el lado del salón, donde había gente que no parecía haberse dado cuenta de que algo estaba pasando, y al salir al jardín nos encontramos con que delante de la puerta exterior estaban Miki y tres de sus amigos.
—¡Admítelo de una puta vez! —le gritaba este a mi hermano—. ¡Te follaste a mi novia!
—Deja de decir gilipolleces —le contestó Jan.
—Miki, vete de una vez —le pidió Mariona, que no se atrevía a acercarse a él.
—¡No me voy a ir hasta que lo admitáis! —exclamó, dándole una patada a una de las sillas que teníamos en el jardín.
—¡Oye, me costó mucho sacar esa silla de la basura! —se quejó Samu.
—Cállate, hippie de mierda —espetó uno de los amigos de Miki, Pere, el idiota que me había estado molestando en fiestas mayores.
—¿Qué está pasando aquí? —preguntó Pol, acercándose a Miki y sus amigos.
—Que el niñato este se folló a mi novia, y se niegan a decir la verdad —contestó.
—Hasta donde yo sé, Mariona ya no es tu novia —puntualizó Pol—. Déjalo estar de una vez y vete, no queremos problemas.
—Y, ¿quién me va a obligar? —preguntó, con una sonrisa de burla—. Llamad a la policía, va. Ah, no, que esto es una casa ocupada.
—Basta ya —volvió a pedir Mariona, pero su ex ni siquiera la miró.
—Ven aquí si eres hombre —le dijo a Jan, y mi hermano lo miró con una ceja levantada.
—Pero será gilipollas —se le escapó.
Apenas tuvimos tiempo de reaccionar. Miki corrió hacia mi hermano y le encajó un puñetazo en la cara. Jan cayó al suelo, y los amigos de Miki se unieron a darle patadas. Tanto Samu como Mariona intentaron separarlos, pero ambos terminaron en el suelo. Pol consiguió placar a Pere y empezaron a forcejear en el suelo. Yo me quedé paralizada, pero noté la rabia corriendo por mis venas.
—¡No toquéis a mi hermano! —grité con todas mis fuerzas, y corrí hacia Miki.
No sé ni cómo lo hice, pero me salió una especie de patada voladora y le di a Miki en las costillas. Él gritó y se giró hacia mí.
—¡Zorra!
Intentó pegarme, pero empecé a lanzar puñetazos como una loca, y se llevó dos en la cara y uno en la garganta, haciendo que tosiera. Me llevé una bofetada, pero él acabó peor. Jan consiguió levantarse y se llevó a Miki por delante, tirándolo al suelo. El amigo de Miki que seguía de pie fue a intentar ayudar a su amigo, pero lo aparté de un empujón.
—No me hagas pegar a una mujer —me advirtió.
—Si no te atreves, dilo y ya está —contesté, desafiante.
Vino a por mí, pero Samu se interpuso y lo empujó. Estuvo a punto de caerse, pero consiguió evitarlo en el último momento y le propinó una patada a mi amigo. En el suelo, Miki había conseguido sobreponerse a mi hermano y le dio otro puñetazo en la cara. Corrí hacia ellos y aparté a Miki de una patada en las costillas.
—¡Basta ya! —gritó Mariona, pero fue en vano.
—¡Habértelo pensado antes de ser una zorra! —le gritó Pere, apartando a Pol de encima de él e intentando levantarse.
—¡¿Cómo has llamado a mi amiga?! —exclamé, y fui hacia él, pero Mariona fue más rápida y le dio un puñetazo que hizo que volviera a caer al suelo.
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Hasta que acabe el verano
RomanceLa vida de Nora en Madrid es fácil y tranquila: tiene buenos amigos, una madre con la que se lleva más o menos bien, y una carrera prometedora. Un verano, la noticia de que su padre va a casarse la arrastra de vuelta al pueblo en el que vivió sus pr...