Capitulo uno

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Cuando se mira al espejo el reflejo de este le muestra a un extraño. Es precioso, delicado y en especial, triste.

Es el día de su boda y no es como alguna vez soñó. Sus amigos no revolotean a su lado ayudándole a calmar sus nervios y emoción, no hay amigos ni emoción, solo ansiedad y compañía indeseada. Tampoco hay un alfa amoroso tras esa puerta esperándolo.

Se siente culpable por crecer en una fantasía y creer que de alguna forma podría haber merecido algo como un príncipe azul o un matrimonio por amor. Fue muy ingenuo.

—Limpia esas lágrimas, es la tercera vez que debemos retocar tu maquillaje, Yang Jeongin. —su madre apareció por sus espaldas haciendo contacto visual a través del espejo. —Es un día muy especial, no lo arruines. —murmuró. Sus manos cayendo pesadas sobre sus hombros.

Rápidamente se limpió, recogiendo sus lágrimas con aquel pañuelo de seda, fue cuidadoso. No podía irritar su piel, no ahora. Debía ser perfecto para que su futuro esposo no se arrepintiera tan pronto de su adquisición.

A su lado apareció su doncella, una beta de la edad de su madre, quien con delicadeza volvió a aplicar el maquillaje removido para después darle una suave sonrisa.

—Eres un novio perfecto, tu alfa es afortunado.

Y aunque sus palabras eran bien intencionadas solo fue un golpe directo.

Sonrió tembloroso. —Gracias.

Su madre volvió a su lado. La mujer también era una omega como él pero su carácter no tenía comparación. Jeongin nunca podría ser como ella. Era débil, torpe y poco agraciado, lo que salvaba su triste existencia era su belleza. Era lo único con valor. Sus padres nunca dudaron en hacerle saber su posición.

La omega lo miró analítica, y con un gesto de su mano le indicó que se pusiera de pie, así lo hizo. Levantándose con cuanta gracia le permitió su ansiedad, se enderezó adecuadamente para ser evaluado. Su madre caminó a su alrededor revisando su traje hecho a la medida, el cual se trataba de un hermoso diseño de tres piezas blanco con detalles dorados. Pronto, la omega volvió al frente, observando su rostro. No había nada de cariño ni apreciación, los ojos cafés de la pelinegra eran ambiciosos. Lo miraba como a un objeto de valor, no como a un hijo.

Chasqueo antes de mirar al resto de personas en aquella habitación y finalmente sonrió algo breve y nada significativo. —Perfecto.

Todos los betas y omegas ahí soltaron suspiros de alivio y satisfacción.

Jeongin se sentía como un animal en exhibición. No, al menos el animal podía ser querido y respetado. Él solo era un objeto. Y su comprador lo esperaba afuera.

La nariz le picó y se obligó a respirar profundo parpadeando en repetidas ocasiones. No más lágrimas.

—El tiempo es ahora. —indicó su madre y las puertas se abrieron permitiendo que los sonidos del exterior llegaran a ellos.

Iba a casarse. Y no era como alguna vez soñó.

La jefa omega caminó al frente guiando el paso con un leve golpe en su brazo, la doncella le señaló que debía caminar, cada paso fue más difícil que el anterior.

Ahora estaba en el pasillo y su madre aún no lo veía, no decía nada y eso lo entristecía.

Hasta el momento le había costado comprender que sus padres no lo amaban pero ahora lo sabía mejor.

La boda se celebraría en el jardín de la propiedad Yang, su prometido no mostró interés alguno en involucrarse en su organización y dejó todo en manos de su futuro omega afirmando que sería capaz, aunque había tenido el permiso implícito de su prometido, su madre no le permitió participar en nada afirmando que no tenía las capacidades para verse más que lindo, por lo que, nada fue de su elección. Jeongin no sabía si eso era de conocimiento de su futuro alfa aunque dudaba que le importara.

Too sweet | Hyunin  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora