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–Varón de 18 años que ingresa a nuestro servicio de urgencias recogido por una ambulancia. Al parecer, una señora se lo encontró en la Carrer Mestre Xavier Plana semiconsciente, tirado en la calle, y avisó al teléfono de emergencias. Al ingreso en nuestra unidad, se encuentra consciente y orientado en las tres esferas, estado de alerta con un Glasgow de 15. Normocoloreado y normohidratado. Ligeramente hipotenso, presenta una tensión arterial de 92/58 mmHg, frecuencia cardíaca de 98 latidos por minutos, y saturación de oxígeno basal de 98%. Procedente de País Vasco de madre española, refiere que ha sido agredido por un compañero de clase. No lleva ninguna tarjeta identificatoria ni pertenece a nuestro sistema de salud. El paciente niega alguna alergia medicamentosa conocida ni antecedentes de otras enfermedades de interés; también niega haber consumido alcohol u otras sustancias. A la exploración, abdomen blando y depresible, doloroso a la palpación que impresiona de agresión en ese mismo lugar. Presenta epistaxis en fosa nasal izquierda, el paciente refiere que su agresor le ha dado un puñetazo en ese mismo lugar, y pequeña herida incisa en la sien derecha. El paciente nos aclara que se la ha debido de hacer al golpearse contra el suelo, ya que, al parecer, perdió la consciencia tras la agresión, aunque no lo recuerda bien. Nuestro plan: canalizamos vía venosa periférica, sacamos analítica urgente e iniciamos sueroterapia para control de TA; control del dolor alternando Paracetamol y Nolotil cada 4h; suturamos herida incisa con dos grapas que deberán ser retiradas en su centro de salud como máximo en 15 días, si procede; realizamos taponamiento de fosa nasal izquierda, vigilar exteriorización de sangrado. Está pendiente de una radiografía para descartar rotura de tabique nasal. Sin más incidencias por el momento.

Martin escuchó como el personal médico hablaba con el de enfermería sobre él. En aquel momento, el vasco se sentía mareado, con mucho dolor en la nariz, y, sobre todo asustado.

–Estos chicos de hoy en día, siempre metiéndose en peleas...

–El chico ha dicho que ha sido agredido y que no le ha dado tiempo ni a defenderse. Al parecer, ha sido un ataque premeditado que el agresor había planeado para que el chico se encontrase solo y no pudiese defenderse.

–Madre mía, pobre chico...– otra voz diferente se unió a la conversación.

–¿Y qué hace aquí en Andorra? ¿Está de viaje? ¿No hay nadie que pueda venir a verle?

–Nos ha dicho que está de excursión con la universidad. Algo de un congreso de ciencias ha comentado.

–Pues estará a cargo de un profesor entonces, ¿no?

–Ahora hablamos con él, no le atosiguemos. Por cierto, ha realizado un vómito, pero de características normales. Ha tenido que ser fruto de los nervios.

–Vale. Voy a pedirle la placa para que se la podamos hacer lo antes posible. Cualquier cosa, avisad al teléfono de guardia. Lo más probable es que pase la noche en el box de observación.

–Gracias, doctor.

¿Cómo que iba a pasar la noche allí? Martin se removió, inquieto, y apretó la palangana que tenía sobre su regazo. Se quería ir a su casa, necesitaba ver a su madre y que le abrazase y que le dijese que todo iba a estar bien.

Una enfermera joven y pelirroja apareció por el box con una amable sonrisa.

–Hola, cielo. ¿Qué tal te encuentras? ¿Quieres que te ponga un calmante?– se notaba cierto acento catalán en su dulce voz.

Martin negó con la cabeza. Intentó hablar, aunque sentía que si lo hacía se pondría a llorar.

–Quiero irme a mi casa. ¿Podéis avisar a mi madre?– su voz era un hilo inestable.

Desafiando a las leyes de la físicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora