Martin se había quedado congelado subido aún en la bici. No podía creer el hecho de que tenía enfrente suya a Elisa, la chica con la que Iván le había puesto los cuernos y quien había sido su mejor amiga en la academia de baile de Getxo. Hacía tres años que no la veía, pero lucía exactamente igual. Su melena larga seguía cayendo en una cascada de rizos que ahora estaban adornados por unas mechas californianas que le daban más brillo a su cabello. La chica tenía las mejillas sonrojadas, como si tampoco hubiese estado preparada para aquel reencuentro. Alternaba su mirada verdosa de Martin a Juanjo. Este último seguía conservando el ceño fruncido, como si se hubiera dado cuenta de que aquella situación incomodaba a Martin.
Al ver que Martin no había respondido al saludo, la chica carraspeó, incómoda. El vasco por fin reaccionó y se bajó de la bici.
–¡Ay! Hola Elisa. Perdona, es que hacía mucho que no nos veíamos...
La chica se animó más al ver que Martin arrancaba a hablar.
–¡Ya ves! Casi ni te he reconocido, con ese bigote pareces mucho más mayor de lo que eres. ¿Qué tal estás? ¿Has vuelto a Getxo? Me encontré con tu madre en el Mercadona y me dijo que estabas estudiando en Madrid...
A Martin le sudaban las manos. Se sentía muy nervioso.
–Sí, sí. Estoy por Madrid, he empezado este año la carrera...
–¿Y en qué te has matriculado? ¿Algo de arte dramático?
Martin desvió la vista hacia el mar de fondo.
–No. Estoy en ingeniería naval.
Un silencio incómodo se extendió entre ambos chicos. Elisa intentó que no se le mostrara demasiado la confusión, pero fue una tarea complicada.
–¿Una ingeniería? Esto... Wow... Jamás hubiese imaginado que hubieras tirado por ahí... Pero, oye, que genial si es lo que te gusta.
Martin no sabía ni como dirigir aquella conversación.
–Sí, supongo, aunque no descarto que me vuelva a matricular en algo relacionado con la danza o el arte. Ya veré.
–Que bien, Martin. Yo estoy en Dantzerti ahora mismo. ¿Te acuerdas de cuando teníamos quince años y soñábamos con entrar ahí? Si todavía te interesa ese camino, te animo a que intentes echar una matrícula. También he escuchado que tienen a caza talentos yendo a las academias más prestigiosas de actuación y de baile de Madrid y de Barcelona para echarle ojo a los alumnos... Lo digo por si sigues haciendo baile o actuación en tu tiempo libre por Madrid.
El corazón de Martin se encogió. Elisa había perseguido su sueño, aquel sueño que hacía tres años había sido compartido por ambos, y en cambio él, por todas las circunstancias que la vida le había deparado, había tenido que escoger otro camino totalmente diferente. Por supuesto que él también quería matricularse en Dantzerti, formarse en aquella escuela de Bilbao en danza y actuación era su sueño desde bien niño. Y tener a Elisa allí delante era el mero recordatorio de que él había fracaso en perseguir su sueño.
Así era como se sentía, como un puto fracasado.
Pero Elisa no tenía la culpa de eso. Así que le regaló una sonrisa falsa y se obligó a contestar a la chica.
–Pues no tenía ni idea, la verdad. Ahora mismo estoy enfocado solo en sacarme el primer año de carrera, pero ya te digo que no descarto volver a meterme en el mundillo de la actuación y de la danza.
La sonrisa de la chica se ensanchó. Abrió la boca para hablar, pero se quedó muda cuando un carraspeo se escuchó detrás de ellos. Era Juanjo, quien observaba aquella extraña escena con la ceja levantada.
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Desafiando a las leyes de la física
FanfictionMartin ha sido siempre un chico tranquilo y tímido, apasionado de la danza y de los videojuegos. Cuando llega a Madrid para estudiar ingeniería naval, una carrera que no le entusiasma para nada, jamás se hubiera imaginado que acabaría liado en una f...