88.

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—¿No te da cosa estar frente a tanta gente?

Negó.

—No pasa nada, ya me acostumbré —contestó—. Tú vas a estar sentada ahí.

Señaló el asiento más cercano escenario.

—Por fin regresas —la abracé—. Qué feliz estoy por ti.

—Y seguro que cuando nos despidamos en el aeropuerto, estarás llorando y llorando —bromeó.

Sonreí.

—¿Y tú no me vas a extrañar?

Tomó mi cabeza y se acercó a mi oído.

—¿Quién crees que va a llorar contigo en el aeropuerto? —sonreí.

Puse mi mano en su estómago y me recargué en su pecho.

—Mi hombre —besé sus labios—. Pórtate bien, por favor.

—Paula, lo dices como si no supieras que me tienes encerrado por voluntad propia desde hace años.

—Solo por si se te olvida.

—Tú también, ¿eh? —me señaló—. No quiero ver a Gabriel por ahí, ni cerca.

Carcajeé.

—Van a pasar dos años y tú jamás lo vas a superar.

Sonrió y me besó para después volver a abrazarme.

—Cómo te voy a extrañar, mi vida —dijo por lo bajo—. Ni con todos los lugares llenos podría cubrir tu lugar.

Sonreí.

—Te amo, mi amor —contesté—. Solo será un ratito para después estar juntos por muchísimo tiempo más, ni nos daremos cuenta.

Asintió.

—Yo también me la he pasado bastante mal estos días, Pau —confesó—. No digo ni actúo porque no quiero deprimirte más, pero también me duele mucho separarme de ustedes.

—Mi nene —tomé su mejilla—. Voy a cuidar mucho de Mel, vamos a estar bien, tú no te preocupes por nada.

—Y si deja de reconocerme?

—Yo me la pasaré hablándole diario del amor de mi vida—conteste—Y ese eres tú.

Me sonrió.

—Ponle música de su papá para que no me extrañe.

Asentí.

—Te amo, cosa hermosa —dijo mientras nos balanceábamos en el abrazo—. Ah, cómo voy a extrañar besuquearte todos los días.

—Yo también a ti.

Me aseguré de que nadie estuviera cerca, pero todos estaban ocupados y nadie nos prestaba atención.

—¿Sabes qué voy a extrañar más? —dije cerca de sus labios—. Tenerte encima de mí.

Sonrió.

—Andas muy desvergonzada, eh.

—Es que ayer me trataste muy bien—puse mi mano en su pecho—Otra vez hoy, sí?

—¿Sí? ¿Te gustó? —preguntó, a lo que asentí—. Ya lo sabía, creo que todo el hotel te escuchó.

Me sonrojé.

—Tengo que aprovechar que venimos como novios sin Mel.

—Yo disfruté mucho

Asentí mientras lo tomaba de la mandíbula para acercarlo a mí y besarlo.

la cherry; junior hDonde viven las historias. Descúbrelo ahora