98.

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Estábamos en el consultorio esperando al médico, pero Mel había decidido que era el momento de gritar y lloriquear. Lo bueno es que estaba en brazos de papá porque ahora mismo yo no tenía cabeza.

—Mira hija, de verdad que estoy a dos segundos de ponerme audífonos ya a la verga, por favor.

Lo miré enojada.

—La boca, Antonio.

—Perdóname, mi amor, no vaya a aprender la niña a decir verga antes que mamá.

Lo miré seria de nuevo.

—¿Ya te desesperamos? —me preguntó, sonreí nerviosa.

—Solo estoy angustiada, amor —busqué su mano para tomarla.

—Ey, ayer hablamos mucho y yo le he pedido con todas mis fuerzas al cielo —me dio un beso en la mejilla.

Asentí y suspiré.

—Además, ¿cómo no desear otro angelito como este? —dijo sarcástico alzando a Mel desquiciada y llorando.

Carcajeé. El médico por fin entró.

—Bueno, ahora sí explíquenme qué está pasando.

Dejé que Antonio hablara por mí y explicara todo. Cuando terminó, el médico me mandó a cambiar para examinarme.

—Ah, qué guapa, ¡a la verga! —dijo Antonio cuando salí en bata.

Me sonrojé riendo. Me recosté, me hicieron análisis y después el doctor salió para recibir y revisar.

—Paula, entre Melissa que no se deja de retorcer y tú que no paras de mover la pierna, al que van a internar es a mi.

—Es que estoy nerviosa, Antonio, cállate.

Abrió la boca sorprendido.

—¿Ya escuchaste cómo me habló tu madre? —le preguntó a Mel—. Anda de groserilla.

Sonreí.

—Mi amor, ¿pues tú no estás nervioso o qué?

—Todo va a salir bien, mami —puso su mano en mi pierna—. O que te pongan lo que sea, yo pago, a la verga.

—Bueno, ¿qué traes con esa palabra?

—¿Tú por qué andas tan enojada? —me tomó de los cachetes y me besó—. Ya bájale, Paula.

—A ver, bésame otra vez.

Me sonrió y se acercó para besarme. Unos minutos más tarde, el doctor estaba de regreso.

—Pues, ¿listos? —asentimos—. Tenemos algunas malas noticias.

Nos miró a ambos para después sacar los papeles.

—Y es que Paula tiene algo que hace que sea imposible que yo la ayude a embarazarse.

Miré asustada a Junior, pero él estaba peor que yo. No me miraba, solo se puso pálido.

—Se me hace raro que no supieran.

—¿Pero qué es o qué? —preguntó nervioso.

—Pues Paula ya está embarazada —respondió.

Una sonrisa involuntaria salió de mí y una oleada enorme de relajación me envolvió. Junior esta vez sí me miró sonriendo y me tomó la mano.

—Ya viste, mi amor.

—Pero no todo es tan bueno y ahí sí ayudaré yo —nos interrumpió—. Paula está muy baja de ciertos componentes importantes que el bebé necesitará para nutrirse.

la cherry; junior hDonde viven las historias. Descúbrelo ahora