96.

3K 313 55
                                    

—Ya, Paula.

Corrí de él carcajeándome.

—Sigue riéndote así y vas a despertarla y yo no volveré a dormirla, eh.

No me importó y seguí riendo. Él solo se metió a la cama.

—Ya, vente a dormir—palmeó la cama.

Rendida, abrí las cobijas para acostarme junto a Junior. Busqué su cuerpo apenas me tapé.

—Espera, mi amor, apagaré la luz.

Se estiró un poco y a los segundos, estábamos en completa oscuridad. Me pegué a él, recostándome en su pecho.

—Qué bonito día fue hoy, ¿no?—preguntó acariciando mi espalda—.Mi bebé andaba muy feliz.

—Le gustan mucho los animales—sonreí—. Es muy buena vida, mi amor.

Me acerqué a besarlo.

—Oye —tomé sus manos—.Quiero hablar contigo.

Cerró los ojos y se quejó.

—Nunca podremos ser una relación tranquila—contestó—. ¿Es malo?

Le pegué con la almohada.

—No es malo, ¿qué te pasa?

Me sonrió y me jaló para que recargara mi espalda sobre la suya. Colocó sus manos sobre mi estómago.

Miré nuestras manos y suspiré.

—¿Qué quieres hablar, mami?

—Mel ya va a cumplir el año y a nosotros nos está yendo muy bien en terapia—contesté—. Ya no hemos peleado nada y yo estoy más enamorada que nunca.

—Tú siempre estás más enamorada que nunca—dijo divertido.

—¿Tú no o qué?

—Ya sabes que sí—contestó—. ¿Pero todo esto qué?

—Es que yo lo he pensado mucho y a mí me gusta demasiado cómo hemos criado a Mel. Me encanta que tú seas su papá y yo amo ser mamá.

Rió con ternura.

—A mí también me encanta que tú seas la mamá de mis hijos —dijo abrazándome con fuerza—. Por mí te hago otros cien, a la verga.

—Es que a eso voy.

Me separé, sentándome frente suyo.

—No me gustaría que Mel se llevara por mucho tiempo con sus hermanos.
Quiero que ya tenga con quién jugar y yo me muero por tener más bebés.

Me miró expectante y no sabía si sorprendido o asustado. Estaba muy nerviosa.

—¿No vas a decir nada?

—No sé, Pau. Meli está muy chiquita y necesita mucha atención aún.

—Yo sé, pero yo estoy todo el día con ella. Nos la pasamos jugando y tú sabes que yo la amo - respondí—. Si lo intentamos, cuando el bebé nazca, Meli estará mucho más grande. Eso no quiere decir que la dejaremos, pero sí que no será tan demandante, yo jamás dejaría a mi niña.

Me miró fijamente como si intentara descifrar mis ojos.

—¡Ya! Dime algo. Si crees que no es momento, yo entiendo. Sé que también fue de la nada y es algo que debemos platicar y planear y...

Me tomó de la mano.

—Mi amor, yo también lo había pensado. Yo me muero por tener un montón de huerquillos corriendo por la casa.

la cherry; junior hDonde viven las historias. Descúbrelo ahora