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Junior's pov:

Estar unos días con la familia de Pau me había ayudado a descubrir qué hacer. Con el coche cargado de comida y los días cálida con su familia, sentía que estaba más cerca de Paula.

Al dormir unas horas al llegar a casa, me levanté con la rutina de siempre: verificar si Paula me había desbloqueado. Esta vez, algo inusual sucedió: su foto apareció en mi pantalla. Una oleada de esperanza e incertidumbre se apoderó de mí.

"Hola", escribí, pero dejé el mensaje en pausa. Las palabras de la madre de Paula resonaron en mi cabeza, aconsejándome dejarla ir y darle el tiempo necesario para que estuviera lista. Y aunque sentía el impulso de enviar el mensaje, resistí.

Paula's pov:

—Me trajiste de comer? —le pregunté a Gabito, tirándome al sillón.

—Ya sabes que sí —se dejó caer a mi lado—. ¿Haremos algo hoy?

—No tengo ganas —lo volteé a ver—. Me mandó una canción.

Quitó su vista del teléfono para verme sorprendido.

—¿Qué decía?

Tomé mi celular y reproduje toda la nota de voz. Ambos mirábamos a un punto fijo en la pared mientras escuchábamos la canción de Junior.

—¿Qué vas a hacer? —preguntó cuando terminó el audio.

—No sé.

—¿Lo extrañas?

—Mucho, tú lo sabes —contesté—. Ya estaba resignada a extrañarlo para toda la vida. Al final, lo que sentí por él no creo que alguna vez pueda sentirlo de nuevo.

—Ya van tres meses y no te ha dejado de buscar, Pau —dijo mirándome—. Tal vez sí cambió, pero tú decides qué hacer, ¿quieres volver a estar con él?

Suspiré. La verdad es que no lo sabía, y todo se sentía como un nudo enorme difícil de desenredar. Sabía que él pensaba que estaba intentándolo con Gabriel; lo cierto es que era todo lo contrario. Sí, a diario estábamos juntos y yo lo acompañaba en todo, pero jamás fue de forma romántica.

No podría olvidar el amor que tengo por Antonio así de rápido.

¿Cómo podría explicar eso ahora? Además, me avergonzaba que él pensara que solo lo perdoné porque me compuso una canción.

—No sé qué hacer —dije después de unos segundos—. Me da pavor regresar con él, no quiero volver a sentirme así de triste.

—Ya no estás tan tonta como entonces —rió—. No te avergüences por cualquiera que sea tu decisión, todos sabemos cuánto lo quieres.

Me quedé en silencio; yo quería buscarlo. Quería correr hacia él, decirle que no quiero a nadie más y que me hace mucha falta. Desde que se fue, no he podido dormir tranquila.

—Y yo sé cuánto te quiere él —lo miré en cuanto lo escuché.

—¿Por qué lo dices?

—Ay, Paula, ¿cuántas veces me peleé con él? —volteó los ojos—. En todas las discusiones, me reclamaba lo mismo: haberte arrebatado de su lado.

—Ya no quiero hacer esto —dijo Gabito entrando a mi departamento.

—¿Qué pasó ahora?

—A quién crees que me encontré en el estudio? —sentí que mi corazón se detuvo unos momentos.

—¿Cómo está? —pregunté—. ¿Lo ves bien?

—Más delgado tal vez, pero nada de qué preocuparse.

—¿Te dijo algo? —él negó, pero sabía que estaba escondiendo algo—. Dime.

—Estaba tomado, no vale la pena —lo miré seria—. Solo me reclamó por estar contigo, lo que hace siempre.

—Dijo que nunca te podré querer como te quiere él.

Lo odiaba. Lo odiaba porque no me ayudaba a olvidarlo, lo hacía más difícil.

—¿Por qué hace todo esto? —dije hundiéndome en el sillón—. Antes me alejaba de él lo más posible, y ahora busca la forma de estar presente siempre.

—No sé, Pau, pero yo me niego a que él siga pensando que estamos juntos —yo miré al suelo.

Al principio, al notar lo insistente de Junior y lo mucho que yo necesitaba que se alejara para poder superarlo, Gabito y yo decidimos nunca negarle que estábamos juntos, aunque tampoco se lo afirmamos. De todos modos, no ayudó mucho, ya que nada detuvo a Junior de buscarme.

Como lo que ocurrió unos días después de aquel encuentro en el antro. Vino a buscarme borracho y, para mi buena suerte, Gabito estaba conmigo en el departamento.

—¿Qué haces aquí? —pregunté preocupada al notar el estado en el que estaba.

Su cabello estaba mojado debido a la lluvia, el olor a alcohol era muy notorio y además, parecía haber llorado.

—Paula, por favor, ya no puedo más, te extraño mucho.

—Junior, yo...

Gabito apareció a mi lado y pude notar el dolor en la mirada de Antonio al verlo a mi lado.

—Ustedes dos están juntos, ¿no? —me preguntó afectado.

—Junior, vámonos, te llevaré a casa —dijo Gabito tomándolo del hombro, pero se quitó.

Vi cómo tenía su mirada en mis manos postradas en la espalda de Gabriel, buscando seguridad.

—¿Eres feliz con él? —me preguntó, y yo solo tragué saliva.

No sabía qué contestar, solo quería que se alejara, porque de esta forma no iba a poder olvidarlo nunca. Aunque en realidad, moría por correr a sus brazos.

Al ver que no reaccionaba, solo rió sarcástico y miró a Gabito.

—Tienes contigo al amor de mi vida —se dirigió a él—. Y aunque sé que nunca la podrás querer más que yo, tal vez si la quieras mejor.

Dicho eso, dio la vuelta por el pasillo y se fue. Aunque Gabriel intentó alcanzarlo, este se negó.

Aunque no todo era mentira; salir con Gabriel a todos lados me estaba ayudando mucho. Nos hacíamos compañía mutua, y yo me sentía menos sola. Éramos como mejores amigos.

—Debería llamarlo? —le pregunté—. Ya no aguanto más.

Él rió y negó.

—¿Que no diario te marca?

—Lleva 4 días sin llamarme, incluso lo desbloqueé, pero no me ha enviado nada.

—Ya lo hará.

la cherry; junior hDonde viven las historias. Descúbrelo ahora