Fang es un chico de 25 años que añoraba conseguir una familia, eso de ser padre le interesaba como nunca, y al fin lo logró. Más fue su sorpresa al encontrarse con un chico que cambiará aún más su vida.
Los padres de Fang estaban afuera, con una enorme sonrisa, esperando ver a su hijo por sorpresa, ya que no lo habían podido ver en un largo mes, luego de haberse ido de viaje por cuestiones de trabajo.
— ¿Mamá? ¿Papá? ¿Qué hacen aquí?.- Dijo Fang por la repentina aparición de sus padres, hace mucho que no los había visto, aun que sabía el porqué obviamente.
— Queríamos sorprenderte, además también queríamos ver a nuestro nieto.- Y sin más, la mamá de Fang entró a la casa, observándola.
— Debemos decir que nos costó encontrarla, además de convencer al guardia de seguridad que nos dejara pasar para verte.- Dijo su padre al entrar, dejando su chaqueta.
— Debo admitir que esta casa es muy linda, tienes buenos gustos hijo.- Dijo su madre admirando la casa de su hijo.
— Oh, ¿Y el es?.- Pregunto su padre, refiriéndose a Edgar quien se mantenía pegado a una pared viendo todo.
— Ah... Les presento a Edgar, es mi niñero, con el tiempo que me lleva trabajar no puedo estar al 100 con mi pequeño, por lo que lo contrate.
— Me extraña que no hayas pensando en contratar a una mujer, esto es nuevo.- Dijo su madre.
— Mamá, por favor.
— No es nada malo, es solo un pequeño comentario, no tienes porque enojarte, es solo que me sorprende, nunca creí ver a un chico en esta profesión.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Pasados unos minutos, entraron al comedor, donde la mamá de Fang había traído algo para comer y Edgar no desaprovechó la oportunidad para caerle bien a sus padres, por algo debía de empezar, ¿No?
El pequeño Gus seguía dormido, y la madre de Fang estaba que moría por verlo despierto, hasta que por accidente, a Fang se le calló un vaso, por lo que el ruido que hizo fue algo fuerte, despertando así al bebé.
Edgar fue el primero que se acercó a la cuna cargandolo para calmarlo, sin embargo este no dejaba de llorar y llorar, por lo que la mamá de Fang se ofreció a cargarlo.
— ¿Esta segura? No quiero ser grosero pero, siempre se pone muy asustado cuando personas que no conoce lo cargan.- Dijo Edgar.
— Tengo mucha experiencia en niños muchachito, se que de seguro se va a alterar más, pero es normal que haga eso, tengo un plan para calmarlo.- Le guiño el ojo, y Edgar rendido le extendió al bebé.
Cuando ya no estaba en brazos de Edgar comenzó a llorar mucho más, a querer safarse de los brazos de su abuela, más sin embargo, esta agarro un peluchito que estaba en el sillón, con el cual comenzó a entretenerlo.
Poco a poco el bebé, sin tener idea de quien era dejo de llorar y comenzó a reírse por el juego del peluchito. Edgar y Fang por su parte se miraron entre sí sorprendidos.
— Cuando un bebé o un niño lloran, lo mejor es distraerlos con algo, eso ayuda que no piensen tanto en la situación. Es un pequeño consejito, porque tu eres el que lo cuida.