꒰🍼꒱Capítulo 13・₊˚

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Escombrando en sus cosas, Edgar encontró la vieja bufanda que le había regalado su abuela antes de que falleciera. La única persona que realmente le ponía atención y lo amaba como nunca.

Aquella bufanda había sido tejida por su abuela, la cual le puso todo su amor y la hizo suficientemente grande para que Edgar la pudiera ocupar conforme creciera.

— Mi vieja bufanda.- Se dijo a si mismo, sonriendo mientras veía el objeto que tenía entre sus manos, le dio demasiada nostalgia.

Sin más, se la puso para poder ir a la casa de Fang a cumplir con sus trabajo, más tarde charlaría con su amiga Colette sobre el tema de su madre.

Se fue por el camino que siempre acostumbraba transitar. Había una calle la cual tenía que cruzar, sin embargo, tenía que ser con mucho cuidado pues por ahí pasaban coches.

Pero debido a la hora no le tomo mucha importancia, ya que siempre estaba vacío. Sin más, se dispuso a cruzar la calle, viendo su celular como de costumbre, sin embargo, antes de que pudiera dar un paso, algo lo frenó.

Cayó hacía atrás dándose un buen golpe en el trasero, para cuando abrió los ojos vio un carro pasar. Miró hacia todos lados, pero la calle estaba totalmente vacía, no había rastro de alma alguna.

Se levantó del suelo extrañado por lo que había pasado, no pudo haberse jalado por cuenta propia, además iba demasiado distraído.

Decidió ignorarlo temporalmente y volver a retomar su camino, más tarde se preguntaría que fue lo que pasó.

Al llegar a la casa de Fang, se despidió como de costumbre de él y luego se dirigió al cuarto de Gus, para toparse con la sorpresa de que el pequeño aún seguía durmiendo

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Al llegar a la casa de Fang, se despidió como de costumbre de él y luego se dirigió al cuarto de Gus, para toparse con la sorpresa de que el pequeño aún seguía durmiendo.

Sin más, se dispuso a hacer alguna otra cosa, viendo así que habían algunos cubiertos y platos sucios, por lo que sin más se dispuso a lavarlos, de todos modos le entretenía aquello, aun que no fuera su deber, claro está.

Mientras iba acomodando las cosas, sintió como si algo estuviera moviéndose detrás suyo, al voltear para ver que era no pudo ver nada fuera de lo común. Alzó una ceja extrañado de nueva cuenta y volvió a hacer su deber.

De pronto, una sombra con forma de dos manos grandes se puso frente suyo, dándose el susto de su vida soltó una taza, pero antes de que cayera al suelo y se rompiera, su bufanda la tomó y la dejó en la mesa.

Pegó un grito agudo y se quiso quitar la bufanda de inmediato, sin embargo el pequeño peliblanco comenzó a llorar por el ruido que estaba haciendo Edgar.

Luchando con quitarse su bufanda para poder ir con Gus, terminó chocando con una pared, ocasionando que algunas cosas que estaban colgadas cayeran al suelo he hicieran aún más ruido.

El llanto de Gus se intensificó, así como la ansiedad de Edgar por quitarse la bufanda, que al final logró hacerlo, dejándola tirada en el suelo para ir con el bebé.

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