Capítulo 7

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Me encontraba en un lugar poblado de una extensa oscuridad, tanto así que no podía ver mis manos. No tenía idea de cómo había llegado a este lugar, no tenía idea de lo que había sucedido antes y no sabía qué sucedería ahora. Lo único que me acompañaba era un vago recuerdo de un dolor indomable y de un charco a mi alrededor. Había perdido la noción del tiempo, y cada vez esa oscuridad se tornaba más y más fría.
Sabía que había algo sólido por debajo de mi ya que caminaba de un lado a otro y sabía que el lugar estaba vacío ya que nunca choqué contra algo o alguien. Esa era mi creencia antes de que una puerta que desprendía una luz cegadora se abriera de la nada.

¿¡Hay alguien!? -pregunté con mi mano interpuesta para tapar la luz-

Lo único que recibí como respuesta fue el eco de mi voz. Así que creyendo que no perdería nada más, decidí ir hacia ese lugar.
Al atravesar la puerta me encontré en una colina, al poner los pies sobre el césped se cerró la puerta. Una brisa fresca pegó en mi rostro, había un roble a mi lado y una banca, sentado en ella había un hombre mirando el paisaje. Me acerqué a él.

Ahm... ¿Disculpe? ¿Me puede decir dónde estamos? -pregunté un poco apenado-

Te estaba esperando, creí que nunca encontrarías la puerta -al terminar de hablar me miró y sus ojos eran azules y brillantes-

Caí al suelo atemorizado al ver tal cosa.

No temas, no es algo nuevo para ti Eron -al escuchar mi nombre quedé extrañado-

¿Te conozco? -lo miré-

Diría que en cierta forma, si, mi nombre es Octavian, soy el espíritu humano que habita en tu cristal -extendió su mano-

¿Espíritu humano? -tomé su mano y me puse de pie-

Lo siento, olvidé que eres primerizo en este lugar, la pérdida de memoria suele afectar pero pronto recordarás -se quedó de pie mirando el horizonte-

¿De qué se trata todo esto? ¿Qué es este lugar? -me acerqué a su lado-

No sabes mucho de los cristales ¿Cierto? -su gesto serio y fruncido se fue directo a mis ojos, en cuanto sus ojos volvieron a ser azules sentí un gran respeto- cuándo Midas intentó destruir los cristales, la magia prohibida que había utilizado para crearlos cobraría su parte, nuestras almas estaban ligadas al cristal, así que nuestra gran noche de festejo y gozo se había convertido en llanto y lágrimas por parte de nuestras familias, básicamente habíamos muerto, nuestros cuerpos estaban inertes sin nuestras almas. El gran mago detuvo su hechizo pero ya era muy tarde, los cristales habían absorbido nuestros espíritus, y luego algunos de nosotros debíamos convivir con bestias en el mismo lugar. Nos encontrábamos en mucha oscuridad, digo "nos" porque supongo que a los demás les sucedió lo mismo, todo fue así hasta que mi corazón estuvo dispuesto a encontrar paz y calma, fue cuando la puerta de luz se abrió y llegué a lo que se asemejaba a un ojo de huracán, me encontraba dentro, y fuera escuchaba una bestia rugir fuerte, siempre intentando entrar con intenciones perniciosas y quedar como supremo y soberano, sin embargo con el paso del tiempo aprendí a utilizar esa magia del cristal a mi favor, creando el hermoso lugar que estamos observando. Lo único es que es una pequeña parte que logra verse así, salir de estos límites sería entrar al territorio de la bestia, la cuál permanece buscando la forma de entrar a esta burbuja que le llamo hogar.

El tipo al notar que seguía sin entender levantó su mano y la estiró hacia el frente, atravesando algo similar a una pared ilusoria creando una distorsión que mostraba el huracán de poder del que hablaba.

Hablo de forma literal cuando digo que vivo en una burbuja, las paredes de esta reflejan un hermoso paisaje haciendo creer que es un extenso lugar cuando en realidad aún permanezco dentro de ese huracán, y esa bestia aún busca la forma de entrar... -regresó a sentarse a la banca-

Little Big Secrets © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora