Tiempo de decir adiós.

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¿Qué huele tan bien? -salí de mi oficina y enseguida llegó un aroma bastante agradable-

Por supuesto el olor venía de la cocina, me acerqué a la ventana, Esme estaba cocinando, por alguna razón supuse que era su famosa pasta con camarones. Entré a la habitación y ella no lo notó, me recosté a un mueble y solo esperé que mi presencia la incomodara.

En lugar de estar allí podrías venir a ayudar -dijo con un tono gracioso-

No me gustaría arruinar la comida -bromeé-

Que modesto eres Marcus, tú paella solía ser el platillo favorito de los niños -hubo algo en su oración que provocó un sentimiento nostálgico en mi. La palabra "solía"-

¿En qué puedo ayudarte? -me acerqué-

Puedes sacar los platos -atendí a su orden y me acerqué con los dichos objetos-

Ella sirvió la pasta y lo decoró con un poco de orégano. Fuimos hasta el comedor y nos sentamos uno frente al otro.

Recuerdo que siempre acompañabas la pasta con... -antes de que terminara su oración, dijimos ambos al mismo tiempo la palabra restante- vino

Me puse de pie y fui al bar a buscar una botella de vino y dos copas, regresé y ella sonrió al verme sosteniendo la botella y los recipientes.

Serví el vino y le di una copa, tomé asiento nuevamente y procedí a comer. Había algo que aún me tenía con una espina en el corazón, y fue al recordar la reacción de Esme por la muerte de Eron que yo había causado. No fue sencillo lidiar con ese peso, pero aún así ella decidió perdonar, claro, lo hizo hasta que nos lo regresaron.

Escucha Esme... lo que sucedió con Eron, yo... yo de verdad lo siento mucho. No sabía lo que estaba haciendo en el momento, y nunca me voy a perdonar por lo que hice... pero yo solo quería -solté el tenedor y me eché para atrás con un nudo en la garganta- yo solo quería cumplir con un deseo egoísta, quería verla de nuevo... -mis ojos se pusieron vidriosos y rojos, así que bajé la mirada-

Marcus, me siento muy agradecida por que nos permitieras quedar aquí, y siempre te voy a agradecer una y otra vez por darme a mis hijos

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Marcus, me siento muy agradecida por que nos permitieras quedar aquí, y siempre te voy a agradecer una y otra vez por darme a mis hijos. Pero lo que sucedió con Eron es algo que lleva tiempo, puede que el tenerlo devuelta me tranquilizó y hasta me hizo dejarlo pasar, pero no es algo que sea tan sencillo de perdonar... debes entender que es mi hijo, NUESTRO hijo... es justo esta razón por la que habíamos acordado que nunca les hablaríamos de los cristales -dejó su tenedor también sobre la mesa- y al igual que tú cometí errores... creí que podía curarlos, que podía quitarles este peso de encima, pero estaba tan equivocada, y sé que es algo que guarda un gran resentimiento en Eron y Alina... créeme que entiendo tu deseo por ver de nuevo a Larissa, porque debe sentirse la misma desesperación como al ver que Eron se había ido... aún así, fue en vano el sacrificio que hiciste, hay momentos y personas que aveces se marchan y no vuelven más -suspiró- solo no me pidas que te perdone y espera a que sea el tiempo el que hable por si solo -mantuve mi mirada baja en todo momento, un par de lágrimas cayeron sobre mi camisa, puse mis manos sobre la mesa y me quedé mirando el plato de pasta- ¿Sabes? Ambos tienen mucho de ti, el carácter y la valentía, la intuición, inteligencia y decisión... constantemente me recuerdan a ti -sentí su mano sobre la mía- y no tienen nada de mi -levanté mi cabeza y la miré directo a los ojos-

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