El cristal venenoso.

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No sé para qué vine, ya no hay nada que arreglar... -entre pausas y una actitud nerviosa, Jessica bajó su cabeza y se fue a toda prisa-

¡Mierda! -dije entre dientes-

Eron, yo no... Yo no quise... -Mia retrocedió sin palabras para describir lo que había sucedido-

Fue mi culpa... no te disculpes. -tomé un abrigo y fui tras Jessica-

Salí de mi habitación casi en dos zancadas, bajé los escalones casi a prisa y logré alcanzarla cuando se subió a su auto e intentó arrancar.

¡Jess! -toqué la ventanilla- ¡Jess! -ella sólo intentaba meter la llave para arrancar, pero su pulso estaba tan alterado que le era imposible-

¡Mierda! -dijo ofuscada al no poder encender el auto-

¡Abre! -intenté abrir la puerta, pero como fue de esperar se encontraba cerrada-

Las llaves se cayeron de las manos de la chica y esta entrando en una crisis empezó a llorar desconsoladamente. Puso sus manos en el volando y apoyó su cabeza sobre ellas.

¡Jess! Por favor... -golpeé suave con el puño la ventanilla-

Ya había empezado a anochecer, y empezaron a caer algunas gotas de lluvia que poco a poco me fueron empapando. Golpeaba despacio y pausadamente esperando que ella me mirara.

No debí hacerlo. -repetía en mi cabeza una y otra vez con enojo mientras golpeaba levemente-

¡Jess...! -fue mi último intento-

Noté que su mirada se desvió hacia la mía y no separaba sus ojos de los míos.

Solo déjame hablar... No tengo como explicar lo que viste y tampoco tengo una razón para haberlo hecho, pero, no sé... No sé porqué sucedió. -sentía cada gota caer sobre mi como granizo-

La chica bajó la ventanilla sin despegar nuestras miradas. Sentí un escalofrío recorrer desde mis talones hasta la punta de mi cabeza. Noté su gesto de impresión.

¿De qué color están...? -las lágrimas empezaron a caer por mis mejillas-

Azules... -a pesar de saber la respuesta sentí mucho enojo. Moví mi cabeza de lado por un momento y volví a su rostro-

El seguro de la puerta se abrió, sin pensarlo abrí y me senté a su lado sin decir una sola palabra

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El seguro de la puerta se abrió, sin pensarlo abrí y me senté a su lado sin decir una sola palabra. Ya no solo debía explicar una cosa, ahora debían ser dos y para ser honesto, no sabía cuál sería la más difícil.

Little Big Secrets © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora