En ocasiones hay que perder la cabeza para saber qué es estar cuerdo.

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La cinta parecía algo vieja, se trataba de alguien que grababa al sujeto Caleb mientras éste actuaba de forma muy extraña. Parecía que no había sonido, y eso lo hacía aún más traumático.

La cinta transcurrió y la persona que grababa solo iba detrás del Caleb escondiéndose entre arbustos o rocas. A juzgar por su apariencia podía tener unos 17 o 19 años, pero no se mostraba mucho su rostro, ya que el sujeto corría desenfrenadamente entre los árboles de un bosque.

Hubo un corte en la cinta y parecía que la persona que grababa estaba detrás de un árbol, su pulso estaba bastante alterado ya que no dejaba de moverse la cámara. Luego de unos minutos grabando el suelo se volteó y asomó la cámara un poco presentando a Caleb tirado a la orilla de un lago, la persona grabó hacia el cielo mostrando como la luz de la luna llena empezaba a iluminar el lugar. Bajó de nuevo para enfocar al chico que ahora se retorcía en el suelo.

Licántropo -pensé-

El audio empezó a funcionar peor de una forma cortada, entre pausas para ser más exacto. Caleb gritaba y empezó a romperlo su camisa y luego cayó en 4. Y toda la atención de la cámara fue grabada en lo que colgaba de su cuello. ¡Si! Era un cristal, un cristal que había visto antes. Empezaron a salirle motas a los laterales de su torso, y en ciertas partes de sus brazos. Luego sus dientes y garras se hicieron protuberantes. El chico se puso de pie y abrió sus ojos dejando ver un color brillante y gris en su iris. El tipo rugió, su rugido fue tan fuerte que asustado tomé el control del televisor y empecé a bajar el volumen. Y antes de terminar la cinta quien grababa gritó algo sin sentido, pero debió ser por el dicho efecto pausado.

No...lo...aga...recu...da...er...s...Cal...b...D...ont -corrió hacia el sujeto y acabó la cinta-

Desconecté el reproductor de forma brusca y apagué el televisor, dejando ver dos esferas color azul en la pantalla.

¡No! -corrí al baño y me miré en el espejo. Mis ojos se pusieron azules sin yo pedirlo, justo como en los viejos tiempos-

Empecé a recordar los buenos tiempos con Jessica, recordé la sonrisa de mis amigos, y recordé las flores en la habitación de hospital. Entonces me miré una vez más al espejo y el color empezó a irse poco a poco.

Debo agregar que fue tanta la congoja que empecé a transpirar demasiado, por lo cual al final si terminé duchándome. Busqué el ungüento y con el pulso alterado empecé a aplicarlo en los moretones. Tomé algo cómodo para dormir, guardé todo como era debido en las cajas y las apilé una vez más.

¿Por qué eso estaba entre las cosas de papá? -me quedé de pie mirando la cama completamente ido-

Me acosté intentando dejar mi mente en blanco a pesar de que era imposible. Constantemente venía lo mismo a mi mente una y otra vez, hasta que sin darme cuenta me quedé completamente dormido.

-¿Papá, puedo ir contigo?

-No Decoria, lo siento. Debes estar aquí, y prometerme que cuidarás este lugar

-¿Saldré cuando vuelvas?

-Si... cuando vuelva todo será diferente y podrás salir. Pero ya es hora de dormir, y debo irme

-Buenas noches papi

-Sé buena Decoria, te quiero... nos vemos mañana

Conseguirás los cristales para mí, harás lo que sea necesario para conseguirlos, y mientras eso suceda, no recordarás quienes son tus amigos, tu familia y olvidarás tus sentimientos hacia ellos. En el momento menos esperado sucederá esto.

Abrí mis ojos y me encontraba en media calle, todo estaba oscuro y vacío. En mis manos se encontraba un ramo de 12 girasoles, y al mirar al frente espontáneamente apareció un espejo que me mostraba únicamente de mi torso hacia abajo, y fue en este que me vi con un traje y corbata.

Little Big Secrets © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora