Capítulo 34 - Corazón malherido

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El lunes en la mañana Valentina se esforzaba por despertar tras una noche en vela, cuando oyó los gritos fuera de la casa

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El lunes en la mañana Valentina se esforzaba por despertar tras una noche en vela, cuando oyó los gritos fuera de la casa. Desde la ventana observó a los empleados apresurándose para entrar las maletas de su amo. John lucía más adulto con su barba temporal. Exhibía una sonrisa plena y no dejaba de derrochar felicidad por regresar a su hogar. Recogió su cabello como pudo y salió a husmear.

―¿Dónde está mi preciosa esposa? ―dijo él sosteniendo un enorme ramo de rosas.

Elizabeth se lanzó a los brazos de su esposo, él la besó apasionado y la levantó. Contemplar esta escena hizo que se le revolviera el estómago. Había creído que su matrimonio era pura formalidad y que ambos se ignoraban, pero tras el pasar del tiempo las cosas habían cambiado. La esposa le pidió que se comportaba ya que había visitas. John no había notado la presencia de Valentina.

―Cariño, ¿no has leído las cartas que te envié? ―dijo Elizabeth, sonrojada―. Valentina ha sido mi dama de compañía en tu ausencia. Acompáñame a la sala, te lo contaré.

―Bienvenido, señor Brownson ―susurró Valentina, recordando haber pronunciado las mismas palabras hace un año atrás.

El almuerzo resultó de lo más incómodo, Elizabeth y John compartían un lenguaje propio de un matrimonio, hablaran del trabajo, la esposa conocía perfectamente cada caso y los nombres de los colegas y clientes del abogado. A él le gustaba contarle todo, parecía que no estuviera presente nadie más que ellos dos. Eran una familia.

―Elizabeth me contó lo que ocurrió en el baile de Northfolks.

Valentina no quitó su mirada del plato que no podía terminar.

―Lo lamento mucho, cuñada ―dijo, con la boca llena―. De haber estado, hubiese interferido.

―No sería necesario ―respondió, tajante―. Pude encargarme yo misma, puse a esa dama en el lugar que corresponde. Dudo que regrese a Coxwell.

―Lord Barlow ha sido muy amable en apaciguar la disputa.

―¡Ah! Ese vizconde es todo un héroe ―exclamó John, irónico.

Elizabeth comenzó a reprocharle porque tenía esa imagen del aristócrata. John admitió que no le agradaba y que su esposa se la pasaba alabando al político. Con dulzura ella besó su mejilla asegurándole que no tenía motivos por el cual estar celoso. Luego se retiró para buscar el postre que había hecho especialmente para su regreso.

―Te advertí que Vincent Blair era un farsante ―comentó él, después de beber su vino.

―Tenías razón, ¡felicidades! ―Valentina lanzó su servilleta y se levantó de la mesa―. Disfruta el postre que preparó tu esposa. Me retiro.

En el cuarto de huéspedes Valentina caminó de un lado al otro tratando de calmar su furia. La escena de John como un esposo perfecto y romántico le asqueaba. ¿Desde cuándo le había tenido tanto afecto a su esposa? No bastaba con sufrir la humillación de la familia Blair que ahora con el regreso de John había alterado sus nervios. Arrojó con fuerza la almohada.

Valentina [Bilogía Cenizas De Luna 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora