EPÍLOGO

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Vincent Blair. El reconocido escritor que dio fama a Coxwell, principalmente el pueblo de Hemfield, por sus perfectas descripciones del lugar. El señor Blair se encontraba fuera del condado. La vida de un escritor famoso eran viajes, conferencias, firmas y lecturas de sus libros. Pero pese a su fama, Blair era de bajo perfil y no le gustaba dar testimonios a la prensa. Su vida laboral solo se resumía a sus lectores.

Los sirvientes de Richmonts se preparaban para la llegada de su amo. En las cocinas se preparaba un convite por si vendría acompañado de su madre. Los demás empleados estaban ya desempacando las cosas del señor. Dos empleadas, una muchacha recién contratada y la ama de llaves, conversaban mientras barrían la entrada de la mansión.

―Oí que el señor Blair es un joven muy apuesto y rico. ¿Cómo ese hombre ha de estar soltero?

―Eres nueva, ya aprenderás. Pues nuestro amo es un hombre noble y generoso, pero ha perdido la cabeza por una mujer. Ya sabes, todos los artistas están locos...

―La mujer le ha rechazado, ¿Cómo pudo? ―expresó indignada.

―Oh no, ha sido su prometida por unos meses hace dos años. La pobre señorita Hayward era una joven hermosa e inteligente, pero estaba demente, fue encerrada en el sanatorio de Laane's, perdió la vida cuando el lugar se incendió.

―¡Vaya tragedia! ¿Y todavía él cree que aún vive?

―Valentina Hayward está viva ―irrumpió Vincent, tenía el cabello más corto y una barba de unos meses―. Creí haber dejado en claro que no se mencionaría el nombre en esta casa, señora Talbok.

―Mis disculpas, mi señor ―dijo la mujer, atemorizada―. La señorita Anne es la nueva sirvienta y ella lo mencionó...

―Pues parece que tiene mucho que aprender las reglas de esta casa, es su responsabilidad enseñarle, señora Talbok. Con su permiso.

Cansado del viaje, y de las habladurías de los sirvientes. Vincent se encerró en su despacho. Recorrió su biblioteca rememorando el día que su amada había estado allí. Dejó caerse en su silla, se sacudió la cabeza, tomó su diario, mojó la pluma y escribió:

» Mi querida y adorada Valentina,

Ha pasado tanto tiempo desde que te fuiste que no me es posible explicarte todo en una simple carta. Pero supongo que querrás saber que es de la vida de cada una de las personas que amas. Prosigo a contarte que el otoño pasado la familia Lamber ha sido bendecida: Geoffrey Alec Lamber, un regordete y simpático niño, que a pesar de su corta edad me ha expresado lo ansioso que esta por conocer a su tía. Emma ha recuperado fuerzas, a pesar de que su embarazo la puso en peligro por tanto dolor y tristeza. No deja de extrañarte y lamentarse por haber descuidado el tiempo.

Han sonado las campanas de la iglesia de Northley en más de una ocasión. La primera afortunada fue Emily Price, quien fue desposada el verano pasado por un noble caballero. Ahora se la conoce como la baronesa de Liverpool, Lady Russel. No la he visto hace años, pero ¡soy tan feliz por ella! Aunque no es solo la única Price desposada. Nuestra dulce Kathy encontró el amor en quien menos imaginaríamos. ¡Así es! el mismísimo Thomas James. Se unieron en noviembre después de soportar un caótico compromiso de un año. Los Price no han tomado la noticia de buena forma, ruego que algún día sean capaces de aceptar la felicidad de su hija. Ella sigue siendo la joven inocente de antes, y Thomas... bueno él al menos ha abandonado esa mala vida que tenía.

Tanto en Richmonts como en Gretton el espíritu de Elizabeth sigue tan presente como antes, sus extraordinarias obras han sido exitosas para los condados ajenos a Coxwell. Hubo una subasta hace años y por supuesto tomé el cuadro que me pertenecía. En cuanto a su esposo, nos ha asombrado a todos con su valor para alcanzar sus sueños y abandonar la vida aburrida de abogado. Tras la muerte del señor Brownson. John ha tenido días muy duros, pero es fuerte. Cada primavera lo veo visitar los bosques de Hemfield para recoger los primeros brotes de la campanilla de invierno, estoy seguro de que tú estás presente en cada uno de sus pensamientos. Nunca faltan campanillas de invierno en el panteón de los Hayward. No podría yo mismo explicarte lo que él sintió cuanto supo del incendio en Laane's.

Si te preguntas que es de la vida de su servidor. He tenido tantos días buenos como malos. Nunca supe distinguir uno del otro. Me consuela el saber que algún día se hará justicia, y espero el día que Barlow este tras las rejas padeciendo a causa de sus fechorías tal como lo merece.

Guardo la ilusión. Porque sé que en alguna parte de este mundo se encuentra tu alma infinita, y sé que un día vendrá a visitarme. Yo seré guardián de tu venida. Sé que sigues con vida, mi amada Valentina. Cada vez que veo la luna puedo sentir tu corazón latir. Aunque el mundo lo niegue, nunca morirás. Estarás en cada poema, y cada libro que escriba. Serás mi ángel y mi salvación. Nunca abandonare este ápice de esperanza. He de esperar por ti toda la vida,

Vincent Blair»

Finalizaba su epistolar cuando oyó un grito femenino que parecía provenir del bosque de Hemfield.

―¡Ayuda!

Fin del primer libro.

Valentina [Bilogía Cenizas De Luna 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora