Una semana no era suficiente para organizar una mudanza. Las Hayward debieron despojarse de varios de sus objetos más valiosos. Algunos muebles fueron transportados por una locomotora de carga, lo que supuso un gran gasto. El ambiente en Richmonts era tenso. Cada día la madre adoptaba una actitud más violenta con la hija menor. Con este motivo y la ausencia de su mejor amigo, el ánimo de Valentina desmejoró bastante.
Ya que Adelaida le había mandado a desocupar el desván de sus pertenencias, y no tenía otra actividad más importante, se dedicó las siguientes horas a ello. Encontró viejos bocetos de su hermana, harapos sucios (seguramente vestidos de Emma o su madre cuando era más joven), libros polvorientos, objetos para la limpieza del hogar, antiguos ornamentos y vasijas, entre otras cosas.
Le llevó al menos unas dos horas ordenar todo. La criada ayudó llevándose todo lo recogido, y volvió a su labor. Valentina se dispuso a seguirla; sin embargo, cuando se dio cuenta que había olvidado revisar un baúl de la esquina, regresó a la habitación.
Cogió la cerradura deseando tener en su poder la llave que correspondía. Sopló el polvo que cubría el roble. Sin duda se trataba de un cofre antiquísimo, estilo renacentista. Le llamó la atención el tipo de ornamentación que llevaba: una figura mitológica.
No sacó los ojos del mueble, la curiosidad la torturaba. Una parte de ella afirmaba que lo que contenía ese cofre le pertenecía. ¿Y si se trataba de algún recuerdo de su padre? ¿O una herencia de sus abuelos? Se obsesionó hasta el punto de forcejear la cerradura con tal desesperación que lastimó sus dedos, pero cuando oyó los gritos que parecían provenir del vestíbulo tuvo que elegir entre averiguar qué sucedía y descubrir el contenido del cofre. Al segundo grito abandonó el ático protestando.
Anna se sacudía de un lado a otro para evitar a los agentes de policía. Valentina pudo contemplar la escena desde la barandilla.
―¿¡Qué significa este escándalo!?
Detrás de Adelaida salieron Emma y Elizabeth atemorizadas por los gritos.
―Señora, tenemos órdenes de arrestar a esta mujer por el asesinato de Marianne Cortez, viuda de Arthur Hayward.
―¿¿Asesinato?? ―replicó, llevando su mano al pecho―. ¿¡Cómo!? ¿Cómo es posible?
El oficial a cargo miró a su otro compañero. Acto seguido, este abrió la puerta y habló al caballero que se encontraba fuera.
―Déjemelo a mí.
Cruzó la puerta haciendo notar su presencia. Quizás Elizabeth y Emma podían haberse engañado por el asombro, pero desde otra vista Valentina notó un ligero temblor en los labios de Adelaida al pronunciar el nombre de la autoridad: el inspector Crawford.
―Encontramos la joya reportada como desaparecida en manos de un mercachifle en las afueras de Hemfield. Nos confesó que la señora Rowe se la había vendido a un precio considerable. El doctor McDowell atestiguó en contra de la empleada con fundamentos racionales que comprobaron que la víctima había bebido un poderoso brebaje que anticipó su muerte. ¡El mismo que se encontró en la taza de té que le sirvió la señora Rowe!
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Valentina [Bilogía Cenizas De Luna 1]
Ficção HistóricaDurante el siglo XIX en el pueblo de Hemfield hubo un trágico suceso que cambió por completo la vida de la familia Hayward, en especial para la hija menor: Valentina. La muerte de su padre se convirtió en un enigma por resolver. A su corta edad Vale...