Capítulo 39 - Encuentra las cenizas de luna

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El pueblo de Stonepond era pequeño pero conocido por haber sido uno de los mejores hospitales de Coxwell

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El pueblo de Stonepond era pequeño pero conocido por haber sido uno de los mejores hospitales de Coxwell. Tuvo una triste historia donde miles de mujeres, niños y hombres murieron por las pestes del siglo XVIII. Tras su deterioro el hospital se convirtió en un sanatorio público para enfermos mentales. El instituto fue incendiado en 1828, varios pacientes escaparon; otros fallecieron. Con la llegada del vizconde de Heddleston se restauró el edificio. Stonepond era la única ruta hacia la ciudad de Wallace Leap donde abundaban los comercios, teatros y la alta sociedad de Coxwell. Se decía que los vecinos del condado de Halton frecuentaban la ciudad, pero nadie quería transitar por la carretera donde se ubicaba el sanatorio de Laane's.

La contusión en su cabeza hizo que Valentina olvidara el viaje hacia el sur del condado. Despertó en una habitación pequeña, cuatro muros de piedra que no dejaban traspasar sonido. Las suplicas fueron en vano, no había quien pudiera rescatarla en el infierno. Todavía le dolía el cuerpo por los golpes. Las cicatrices en sus brazos le ardían. Pudo notar en su muñeca una lesión que aparentemente alguien le había producido cuando estaba inconsciente, era una especie de tatuaje hecho con una navaja y goma de zapato quemada, el colorante le escocía la piel. Seis números, seis ceros ubicados perfectamente uno al lado del otro. Una perfecta marca para que un alienado no pudiera volver a ser reinsertado.

El encierro era insoportable. Prefería morir en la horca después de haber asesinado a Barlow a ese agujero del infierno donde nadie la salvaría. Pudo ver tras la pequeña ventana enrejada de la puerta un pasillo enorme de piedra como un calabozo, no había ningún guardia cerca, no existía forma de escapar de ese agujero.

Supo que ya era de noche porque pudo ver un delgado reflejo de la luna entrar por la rendija de la ventana. Se acomodo en la litera observando su mano.

―Cenizas de luna ―pensó en voz alta, viendo como poco a poco la luz se diluía y se transformaba en polvo―. Toda mi vida se consumió en la oscuridad, y mis únicas esperanzas son pequeñas cenizas de luna.

Vincent tenía razón. Podía verlas, ahora comprendía lo que significaban.

Sus ojos se apagaron. El día en el sanatorio de Laane's comenzó antes del amanecer. Dos enfermeros le colocaron un cinturón de cuero del cual colgaban dos cadenas con esposas en los costados. No le dirigieron la palabra, solo la tomaron de la cabeza y la transportaron al comedor. Era el salón más grande del sanatorio, al menos había contado más de cien sillas para pacientes de todas las edades. Ese lado del edificio en la sala oeste era solo para mujeres. Notó que algunas estaban temblando mientras que otras comían vorazmente, podía reparar en la diferencia entre las nuevas pacientes y las que llevaban años encerradas. En su recorrido captó el momento justo en que una mujer clavó el tenedor en la mano del enfermero e hizo su intento de escapar, fue inútil porque al segundo tenía a tres hombres llevándosela a la fuerza a una especie de caja de tortura.

―Le llaman la doncella de hierro ―comentó una mujer sentada frente a Valentina.

Los enfermeros le habían quitado las esposas y le sirvieron un plato de avena fría con un pan duro como una roca.

Valentina [Bilogía Cenizas De Luna 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora