La primera semana sin la señora Hayward fue difícil de sobrellevar. La vida que imaginó en Winterstone quedó en el pasado. De ahora en adelante debía acostumbrarse a la idea de que Adelaida sería su tutora. Su rostro claramente reflejaba la angustia que sentía.
Era una tarde de primavera, cuando regresaba de su cabalgata por los montes de Hemfield. John había insistido y logró convencerla de salir del encierro. Aunque, fue una semana bastante lluviosa, el sol volvió a salir y resultó provechoso para dar un paseo al aire libre.
Al instante que llegó se recostó sobre su lecho.
—¿¡Dónde has estado!? —cuestionó Emma, con las manos en la cadera—. Deberías haberte aseado, Valentina. ¡Ay! Mira lo que has hecho, ya ensuciaste el cobertor con tus zapatos.
—¿Por qué debería tener tanto apuro para asearme? Déjame descansar.
—Tendremos visitas. —Elizabeth se admiraba en el espejo mientras la criada peinaba sus rizos.
—Los Brownson vendrán a cenar esta noche.
—¡Esta noche! —se precipitó—. ¿Tan pronto?
No había pasado mucho tiempo de la muerte de la señora Hayward, no tenía ánimos de cenar con los Brownson, ya que todo le recordaba a ella.
—Pues, parece que se reunirán con nuestra madre por un asunto muy importante...
Emma miró de reojo a su hermana con ese típico gesto suyo que denotaba su intolerancia.
—Debemos recibirlos con nuestras mejores galas, Valentina. ¡Todavía no se retire, Rebecca! Necesito que prepare la bañera.
—Sí, señorita.
—¿También yo? —reprochó ella, fatigada.
—No hace falta, podrías quedarte...
—¡Cierra la boca, Elizabeth! —exclamó, fastidiada—. Por supuesto que sí, Valentina, sin excepciones. Todas asistiremos a la cena con los Brownson, es nuestro deber.
Las criadas tuvieron un arduo trabajo en tallar hasta quitar todo el lodo de su cuerpo. Emma colaboró escogiendo un vestido para su hermana.
—Tienes que verte bien acicalada esta noche, ¡no me hagas muecas! —refunfuñó Emma en el mismo momento que colocaba el moño en su cabeza.
En cuanto oyeron a Adelaida rezongando, las hermanas enfilaron hacia el vestíbulo.
—¡Apresúrense, niñas! Los Brownson ya deben estar por llegar. ¡Oh, Lizzie! Te ves preciosa con ese vestido. ¡Me encanta ese peinado, Emma! Te ves tan adulta. ¿Y tú... Valentina? —Al ver a esta rascándose la cabeza negó con desaprobación, y se volvió hacia la criada para averiguar si habían llegado los invitados.
—¡Vaya! Parece que se han retrasado unos minutos.
—De seguro ya deben estar en camino, madre —acotó Elizabeth—. Tal vez, la señora Brownson se rehusó a caminar por el lodo que hay en las afueras de Barworth y decidieron esperar al cochero.
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Valentina [Bilogía Cenizas De Luna 1]
Ficção HistóricaDurante el siglo XIX en el pueblo de Hemfield hubo un trágico suceso que cambió por completo la vida de la familia Hayward, en especial para la hija menor: Valentina. La muerte de su padre se convirtió en un enigma por resolver. A su corta edad Vale...