Recordó su deseo cuando la vela se apagó en su cumpleaños número once. Durante toda su infancia se había obsesionado con encontrar la verdad sobre la muerte de su padre. Creía en el caballero noble y respetado que fue, o lo que por influencia de su abuela creyó. Un padre amoroso, dedicado a su familia sin ningún enemigo, sin ninguna mancha. Ahora la antigua nota que había encontrado en el despacho tenía sentido. Esa criatura miserable cargaba con una gran culpa: un hijo bastardo y ser la causa por la que la amante se habría quitado la vida. ¿Qué fue de aquel niño? ¿Dónde habría caído un huérfano que acababa de perder a su madre? ¿Volvería para reclamar su herencia? William Adams Hayward había perdido su respeto. Por primera vez puso en duda todo en lo que creía. Tantos años de investigación y dedicación, ¿de que servían?
—¿Quién más conoce el secreto de Rosemary? —se preguntó, antes de quedarse dormida.
Esta cuestión permaneció grabada en su mente hasta la mañana del día siguiente. Emma decoraba una tarjeta opalina con figuras al estilo barroco. Podría haberlas enviado a hacer en el taller de la ciudad, pero ella quería causar una buena impresión a Lady Lamber. Aprovechó este momento para pasar el tiempo con su hermana mayor. Necesitaba enfocar su atención fuera de los problemas. No era tarea fácil ignorar las dudas y preocupaciones que le provocaron esa carta. Estaba tan abstraída que no pudo terminar de recortar siquiera la primera tarjeta.
—¡Qué falta de respeto! No has escuchado una palabra de lo que dije —gritó Emma, despertándola de su ensimismamiento.
—Lo lamento —pronunció, débilmente—, no tuve un buen descanso.
—¡Ah! ¿Y eso por qué? Supongo que no has estado merodeando por el bosque de nuevo, ¿o me equivoco?
Valentina movió la cabeza. Dudo antes de hablar. Sabía que tarde o temprano su hermana se enteraría, pero no quería ser ella la que destrozara la imagen que tenía de su padre.
—No. Estuve pensando y no pude dormir. Nada importante —explicó ella. Suspiró y trató de fingir una voz más animada—: Entonces, ¿me escogiste como tu dama de honor?
—Al parecer no has estado tan distraída como creí —expresó Emma. Dejó a un lado las tijeras y continuó—: Insisto en que, como mi dama de honor, quiero que me acompañes a la fiesta de té que Lady Lamber organizará en Melville. No será como los eventos del condado. He visto en la lista de invitados muchas familias distinguidas. Tiene un programa de juegos y actividades bastante variado. ¡Será divertido!
—Esperaba que ya lo supieras, Emma. Nuestra madre no me dejaría viajar a Cambridge ni siquiera si el mismo sir Henry Lamber en persona se lo suplicara.
—¡Eres tan pesimista! —protestó—. Me consta que vendrás de todas formas. Yo me encargaré de Adelaida. Tú no te preocupes.
Valentina se limitó a contradecirla. Emma continuó recortando los bordes chuecos del papel mientras terminaba de relatar los detalles de la boda. Se celebraría el segundo miércoles de septiembre. Lady Lamber no se abstenía a las creencias populares que designaban a ese día y mes como uno de los mejores para celebrar una boda.
ESTÁS LEYENDO
Valentina [Bilogía Cenizas De Luna 1]
أدب تاريخيDurante el siglo XIX en el pueblo de Hemfield hubo un trágico suceso que cambió por completo la vida de la familia Hayward, en especial para la hija menor: Valentina. La muerte de su padre se convirtió en un enigma por resolver. A su corta edad Vale...