El Basti se quedó congelado un segundo, mirándola con carita niño bueno. Se le acercó despacito, y se puso a bailarle.
—No sea amargada, mami —le dijo, tomándole las manos con cariño—. Venga, baile conmigo. Si a usté le gusta el baile, no se haga la lesa.
La tía Marta lo miró con cara entre seria y tentada. No se sabía si lo iba a retar o a seguirle la corriente, pero el Basti no aflojaba.
—¡Ya po', mami! No me deje bailando solo, mire, mire, así, así... —y se puso a sacarle los prohibidos.
La tía Marta no aguantó más y soltó la risa.
—Ay, este cabro... —dijo entre riéndose.
Aunque la tía no le pegaba mucho a la guaracha, igual le ponía bueno. Con un par de vueltas medias torpes, ya estaba moviendo los hombros con ritmo.
En eso, el Basti se volvió hacia mí con una mirada cómplice.
—Usted está muy tranquilita, oiga —dijo, señalándome con la cabeza—. ¡Venga pa'ca!
—No no no, estoy bien aquí... —le respondí, cruzándome de brazos.
—Ooooh, la fome... —dijo con carita de cachorro abandonado, metiéndome el puchero más descarado que he visto en la vida.
No aguanté.
—¡Manipulador! —le susurré pa' que solo él escuchara.
—¿Tss qué le pasa? —respondió, frunciéndome el ceño. Se dio media vuelta y siguió bailando con más ganas que antes, como si con eso me fuera a convencer.
—¡Ya, ya, mucho show por hoy! —soltó la tía Marta, media pa' la caga, dejándose caer en el sillón como si hubiera corrido la maratón.
El Basti automáticamente cambió la música y puso "Almas Gemelas" de Arte Elegante y Jairo Vera. Agarró el control remoto como si fuera un micrófono y se puso a cantar a todo pulmón.
—"Llegaste tú cuando menos me lo esperaba, me robaste la calma y por eso eres la indicada, el odio desaparece cada vez que usted me besa, me enderezaste la vida, yo por ti senté cabeza..." —entonó, mirándome con los ojitos brillantes.
La tía Marta se abanicaba con una mano mientras con la otra sacaba el celular pa' grabar el show del Basti.
—¡Me salió artista el cabro! —dijo, riéndose.
Por mi parte, ya no aguanté más y me levanté a cantar con él. Cuando la canción terminó, le di un beso rápido por respeto a la tía.
—Mami, vamos a ir a la disco —dijo, tomándome de la cintura.
—Ts ¿Cómo que vamos? —respondió la tía, levantando una ceja.
—¿Puedo ir a la disco con la Tami y los cabros? —reformuló con tono de "ahora sí que sí".
—Ah, cambia la weaita —le dijo—. Vayan nomás, pero con cuidado, ¿ya?
El Basti le dio un beso en la frente con la rapidez de quien no quiere que le quiten la autorización y me tomó de la mano, medio apurado.
—Ay, más lento —me quejé, corriendo tras él mientras subíamos las escaleras.
Apenas llegamos a su pieza, cerró la puerta de un tirón y, sin decir ni una palabra, me chantó un beso tomándome por sorpresa.
Acomodó una de sus manos en mi mejilla y la otra en mi cintura, mientras me apegaba a el medio desesperado. Me costó un par de segundos procesar lo que estaba pasando, pero cuando lo hice, ya estaba con los ojos cerrados, dejándome llevar.
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Pesao' culiao
RomanceLa Tamara llega a vivir por una semana a la casa del weón que le caía mal cuando chica, el Bastián. Claramente los años pasaron y con ello ambos crecieron y se desarrollaron. ¿Cómo se llevarán luego de no haberse visto en 7 años?