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—¡Buenas noticias! —exclama el policía que vimos la noche pasada—. Tu tío está encantado de recibirte. Dijo algo sobre que te conoció de pequeño y está emocionado por verte.

No sé cómo sentirme al respecto, me alegra que ahora tendrá a alguien. Una familia. Pero no puedo evitar sentirme mal al saber que se va.

—¿Cuándo se irá? —pregunto viendo al suelo—. Digo... Para que haga las maletas.

—Conseguimos un boleto de autobús para esta misma noche —habla con tono alegre—. Ven aquí a las ocho —le dice a Zhang Hao—. Allá se están encargando del papeleo, tú sólo tienes que venir a firmar algunos papeles y podrás irte.

—Está bien —dice y aprieta sus manos—. ¿P-Puedo ver a mi mamá antes de irme?

—Por supuesto —responde, ahora con tono serio—. Solo podemos llevar a familiares, así que... —me mira—. Puede venir por él a las dos en punto —me mira—. O un policía se encargará de recoger tus pertenencias y no tienes que dar tantas vueltas.

Zhang Hao me mira con duda y yo niego.

—No, no. Está bien, yo estaré aquí a las dos —intento sonreírle a Zhang Hao pero no lo logro—. Ella mejorará, seguramente sacaste lo valiente de ella —le ánimo y me contengo de acariciar su mano.

—Un compañero mío te acompañará al hospital para verla —habla el policía—. Acompáñeme, por favor —dice en tono amable después de levantarse y caminar a la puerta.

—Tranquilo, Hao Hao —le digo cuando me abraza con fuerza después de levantarnos—. Ahora todo mejoró para ambos. Es lo mejor para ella, y tú tienes que hacerle entender eso, ¿bien?

Asiente con el rostro oculto en mi cuello y luego se separa, saliendo de la oficina sin siquiera mirarme antes.

(...)

Me siento extraño al tocar la puerta de la casa de Kevin. Y me siento como estúpido, parado ahí varios segundos mientras espero a que abra. Por eso sólo entro a la casa a veces. Pero tiene esposa y dios sabrá lo que hacen y a qué horas.

—¡Hanbin, hey..! —su voz se apaga y su sonrisa se va al verme casi llorando sobre el umbral—. ¿Qué sucedió? —pregunta después de hacerse a un lado para dejarme pasar.

—Necesito un trago —digo, pasando y yendo directo a la cocina para tomar una cerveza del refrigerador.

—No porque estés llorando te dejaré robar mis cervezas —dice, quitándome la lata de la mano, pero al verme realmente frustrado me la regresa—. Te la regalo —me da la cerveza, camina y saca una lata para él también—. Quiero suponer que es por ella... —habla, mirando el suelo, sabiendo que pisa terreno pesado.

—No —niego—. No importa quién es, el punto es que... Se va a ir.

—¿De qué y quien hablas? —pregunta con intriga.

—¡No importa, Kevin! —le grito como si él tuviera la culpa—. Finalmente lo hice, ¡finalmente cambié como todos querían que lo hiciera, y la persona que logró que hiciera eso se irá a vivir a más de cuarenta y ocho horas de aquí! Y no me importa algo que antes pondría antes que a todos, ¡¿sabes?! —grito.

—¡Hanbin! —me mira molesto.

—¡No me importa que ahora yo este sufriendo, porque es lo que me merezco! Tiempo atrás hice lo mismo con Karina, y ahora me pasa lo mismo. Pero es peor saber que se irá y que yo no puedo hacer nada. ¡Me importa un carajo lo que siento porque sé que es lo que merezco, pero él se irá y se quedará solo de nuevo! —grito, casi escupiendo, dando vueltas por la sala e intentando recuperar el aire.

—Hanbin... —me mira, dejando su lata en la mesa—. ¿Quién es él?

—¡¿De todo lo que dije en serio te fijas en el estúpido sexo de la persona?! —mascullo molesto y dejo la lata de cerveza casi vacía en la mesa de la sala—. Kevin, no puedo hacer nada por la persona que...

—Por él —me corrige y yo lo miro con odio.

—¡Con él, mierda! —grito y me dejo caer en el sillón—. Kevin, no puedo permitir que se vaya y vuelva a sentirse solo después de hacerme sentir que alguien realmente puede...

—¿Quererte? —pregunta y lo miro rendido. Suspira pesadamente y se sienta a mi lado, rodeando mis hombros con su brazo—. Hanbin, no te diré que no me has lastimado con ese comentario —lo miro confundido y él pone los ojos en blanco—. Hanbin, ¡soy tu amigo! —me mira con una sonrisa llena de decepción—. ¡Te quiero a pesar de todo! A pesar de tu homofóbia, de tu intolerancia, de tu mal genio, ¡eres mi amigo y te quiero! No puedo creer que digas que te sorprende que alguien pueda quererte. Todos los que te conocen de verdad te quieren, porque a pesar de todo eres genial y una gran persona. Pero tú no dejas que nadie se acerque a ti, no dejas que te conozcan y te conformas con las personas que ya tienes, pareces tener miedo de confiar en la gente —¿Eso tiene algo de extraño realmente? Quiero preguntar.

—Lo lamento, Kevin. Mi intención no era que pensaras eso. También te quiero, es sólo... Él me acepto con todas esas barreras. No las quiso desarmar o quitar... Él sólo tomo un lugar y su presencia las hecho abajo. Ni siquiera sé cuándo pasó o cómo, no importa ya. Ya está hecho lo que me hizo y ya está hecho que se irá. Sigo siendo tan egoísta que lo dejaré sólo sin hacer nada al respecto.

—Es que... ¿Realmente puedes hacer algo por él? —niego—. Entonces no eres egoísta, no es tu culpa. Y si dices que en parte es lo mejor para él... Tal vez, ya sabes, deberías dejarlo ir.

—Duele —admito.

—En ese caso sí serías egoísta. Porque... Él necesita irse por algo mejor, ¿no? —pregunta y yo miro al piso—. No hagas que se detenga por ti. Devuélvele el favor dándole una segunda oportunidad, aunque sea lejos de ti.

Guardo silencio y pienso en todo lo que me dijo, en cierta parte me hacen sentir mejor pero al mismo tiempo sólo me desmorona más.

—Necesito hablar con alguien —hablo, viendo la hora en mi celular y levantándome del sillón—. En serio... Perdón si te hice creer que no aprecio tu amistad. Es sólo... No estaba hablando de ese tipo de "amor". Pero, sí te hace sentir mejor, también te quiero, Kev —sonrío y lo abrazo con fuerza—. Te debo una.

—Págala ahora y regálame cien dólares —dice con todo burlón.

—¡¿Qué?! —pregunto, separándome y viéndolo confundido.

—Él, él, él, él... Hanbin, que no te sorprenda que algunas personas cercanas a ti hayan apostado a que terminarías siendo homosexual... —explica, poniendo los ojos en blanco.

—Hijo de...

—¡Hey! ¡Yo aposte a que no y ahora le debo cien dólares a Chloé! —extiende la mano—. Estuve de tu lado —entrecierra los ojos.

—Gracias por creer en mí —sonrío falsamente y camino a la puerta—. Pero esa es tu apuesta y tú la pagas, ¡no puedo creer que me hayan hecho eso!

—Sí... Jiwoong le debe docientos a Matthew —dice mientras bajo las escaleras de la entrada.

—¡Ya cállate! —grito, mientras aceleró mi paso.

—¡Suerte! —me grita cuando ya estoy abriendo la puerta de mi auto.

gym ♡ haobinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora