15

1 0 0
                                    

El detective en jefe dijo que se suicidó por cuestiones relacionadas a su sexualidad. Eso era lo más probable basándose en lo que habían encontrado en su computador. Había escritos y dibujos explícitos que publicaba en internet. Investigando, se dieron cuenta de que tenía miles de seguidores en Twitter y en una plataforma digital para escritores. Sus familiares les dijeron que esas eran las consecuencias de andar en esos rumbos. Un detective fue a visitarme a la oficina. Todos en el periódico le dijeron que yo era su amigo más cercano. Era cuestión de tiempo para que dieran conmigo. Me preguntaron qué relación tenía con él. Les dije que nos conocimos en la universidad y que éramos buenos amigos. Querían saber si estaba al tanto de su sexualidad. Contesté que sí, que nos llevábamos bien porque compartíamos los mismos gustos. El señor Jiménez estaba impaciente. La investigación duró varios días. Cuando el detective lo llamó, intentó explicarle qué fue lo que empujó a Esteban a cometer este acto tan terrible:

—Su amigo Eduardo nos dijo que Esteban era de familia religiosa, la cual lo discriminaba por preferir a los hombres. Nuestro psiquiatra revisó los escritos y analizó los dibujos que había hecho y concluyó que su mente estaba muy afectada, tal vez hasta traumatizada. No vivía plenamente, era incapaz de ser honesto consigo mismo. Asegura que anteriormente ya había considerado la idea de quitarse la vida. Dijo que el motivo por el cual decidió hacerlo está relacionado a un detonante o algún suceso reciente que lo afectó de manera imprescindible.

Yo conozco ese detonante: Axel. No soy lo suficientemente estúpido como para ir a su casa a romperle los dientes. Yo sé que él no tiene la culpa de nada. No puedes obligar a nadie a que te ame. No lo había mencionado, pero Esteban había estado actuando extraño desde hace años. Al llegar a la oficina en la mañana, algunas veces lo veía desanimado, cabizbajo. Tal vez la pasó mal la noche anterior, pensaba. Ahora que el psiquiatra había revisado a fondo sus trabajos, todo tenía sentido.

Axel acabó con su último atisbo de esperanza.

Axel lo mató.

Néstor me mató, pero salí de mi propia tumba. Volví a la vida, como un caminante. Todavía sigo de pie, deambulando en un mar impetuoso que ahora sé que puedo amainar. Para avanzar de la página 7, debía dejar de creer que Néstor era lo mejor que me había pasado. Así lo hice y ya he escrito 122 en poco menos de un mes. Si sigo así, tendré mi novela lista en un plazo de medio año. No mentiré al decir que lo de Esteban no me ha inspirado, porque no lo puedo negar. Mi personaje es un caleidoscopio, una amalgama de nuestros ideales. Esteban y yo mezclados en esencia. ¿Por qué no incluí a Axel? Ahora que lo mencionas, no estaría mal. Sigo trabajando en el borrador. Quizá lo cambie cuando termine de escribirlo, no lo sé. Lo que sí puedo decirles es que ya tengo el final. Estoy ansioso por llegar a esa parte. Les pido que me tengan paciencia. Aún falta mucho, pero estaremos allí en un dos por tres, se los aseguro.

Rojo amanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora