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Como esperaba, el fanatismo religioso salió a la luz anunciando el espantoso panorama que estamos viviendo. Le echaron el yerro a Belcebú, por supuesto. Aquí tienes que saber una cosa: los santos saben que Belcebú merece todo nuestro odio (obviamente sí lo vemos de cierta manera), esto con la intención de lavarse las manos y victimizarse.

Mis huevos.

Otra cosa que debes tomar en cuenta es que La Madre Naturaleza es inocente, que La Madre Naturaleza no tiene la culpa de lo que sufrimos los seres vivos. Si no puedes entenderlo, no es lo tuyo, amiguito, así de simple. Me cagan estos animales. Nos señalan, impiden la libertad que merecemos con su veneno de conciencia, como si ellos no tuvieran cola que les pisaran. ¿Que los ignore? Mi rey, entiende una cosita antes de decir tus pendejadas: Aquí en occidente, para nuestra puta suerte, la sociedad sigue aunada a las mitologías. ¿No recuerdas a Madalyn? ¡Ella luchó hasta la muerte para separar la iglesia del Estado! En este día, tenemos libertad de culto. La situación habría sido completamente diferente si nos hubiéramos quedado de brazos cruzados ante los misterios. No te estoy diciendo que vayas a cagar al crucero de todos los templos de la ciudad, tampoco seas imbécil. No. La base de nuestro movimiento debería enfocarse en el respeto y la serenidad, no en la imposición. Necesitamos poner el ejemplo y abarcar el terreno paulatinamente. Es importante recordar que no todos tenemos la misma libertad, al menos no como la de occidente. Esa sí se las compro. Sin embargo, la influencia de la iglesia persiste en las decisiones de los funcionarios públicos. No porque el papa esté presente en la cámara de senadores o de diputados todo el tiempo. El problema es más profundo: La liga entre la educación y la religiosidad. Toma apuntes y enséñale a un niño que no tiene que avergonzarse por lo que siente. ¿Me explico? La vida era distinta hace 70 años; pero todo cambió cuando nuestra voz comenzó a ser escuchada, ese bum que sacudió la tierra y que, hasta este momento, aterroriza a los de antaño, quienes creen que tienen el poder para decidir lo que más nos conviene. Hagan lo que hice con mi padre: Cópienle lo bueno y váyanse. Oigan mi voz: En cincuenta años, la vereda será tan amplia que me va a importar un carajo lo que te metas por el culo. ¡Ay no! Estos machitos diciéndome: «Serías un hombre si no fueras gay.» Qué fastidio. ¿Dato curioso? Es la primera vez que menciono esa palabra. Creí que no lo haría en toda la crónica. Hice una excepción esta vez, pero no quería hacerlo. Como si mi preferencia sexual definiera mi masculinidad, lo que sea que eso signifique. Soy hombre por lo que soy, no por lo que hago. Que les quepa en la cabeza, o donde sea, pero que no nos molesten más con eso, por favor. Me da risa que pidan la aprobación del matrimonio igualitario en la iglesia. Compadre, ¿de verdad es tan importante para ti que La Madre Naturaleza apruebe tu relación? ¿En serio? Te invito a que lo pienses dos veces; tómate un rato para meditarlo y luego hablamos al respecto. Aunque sí, es cierto que el matrimonio por el civil no ha sido reconocido en toda la República. Desde mi punto de vista, ese es por el que vale la pena echarse al mundo encima. ¿Quieres decirle algo a esos religiosos que te critican? Acércate y diles: Él también murió por mí, subnormal, ahora déjame en paz o vete a la verga. ¡Ay, si supieran cuántos de esos me cogí en toda mi vida, ja, ja!

Sí, hablo de todo esto en mi libro. Lo puedes comprar también en Amazon.

Rojo amanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora