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"Era suya, pero... ¿él era mío?"
Catherine Riddle:
Ahí estábamos, desayunando el uno a otro, en silencio, como siempre, ninguno capaz de mencionar una sola palabra. Si estamos así, ¿por que nos casamos? Lo amo más que nada, mas que mi misma, ¿él lo hace?
Lleve la taza de té a mis labios lentamente, vi que él seguía leyendo un libro, lo hacía ignorando mi presencia, como siempre.
—Ama... —la voz chillona de Elia llegó a mis oídos.
—¿Elia? —pregunté mirándola.
—El carruaje ya está listo, también su equipaje... termina de desayunar y ya podemos salir —dijo Elia antes de retirarse.
—¿Donde se supone que vas? —preguntó Voldemort.
—La mansión de los Rosier —conteste dejando la taza en el plato.
—¿Para que?
—Necesito estar sola, un tiempo.
El asintió como sin nada y siguió leyendo, algo normal de él, no le importaba.
Necesitaba que dijera: "no te vayas" si lo hacía me quedaba para siempre.
Jamás diría eso.
—Haz lo que quieras.
Sentí como si me apuñalaba más y sangraba, no le importaba dónde iría.
Luego de un tiempo me puse de pie, caminé hacia la salida al comedor, sentí una mano rodear mi cintura.
—Porfavor... —dije dándome la vuelta— debo irme, los Rosier me están esperando allí.
Pensé que no hablaría, que no diría nada, eso creí, pero no lo hizo.
Estampó sus labios con los míos uniéndonos en un beso ácido, no necesitado por ninguno.
Aunque no queríamos el beso, se detuvo el tiempo para mi, para él seguramente no...
—Di que no me vaya, me quedaría por siempre si lo haces.
