Martes, 25 de marzo.
Phineas y Ferb van caminando hasta la casa del peliverde casi en silencio. En algún momento de la película Ferb había encontrado una lata y los chicos se habían turnado para patearla, en ocasiones en el aire y otras entre ellos.
Phineas se alegró por la distracción.
Durante dos días pensó en la manera correcta en la que abordaría sus pensamientos internos a Ferb. Una parte de él creyó que no debería de preocuparse de como decirlos; a Ferb no le importaría porque lo quería cerca. La otra parte pensó que si lo decía de forma incorrecta tal vez Ferb decidiría que no quería hablar con él durante una semana.
A Phineas le gustaba pensar que ya habían superado eso. Lo hablaron, y lo superaron. Pero aún persistía ese miedo de que Ferb pudiera cambiar de opinión.
Pero luego pensó en la fiesta. La forma en que tocaron, en como pudo sentir a Ferb. Pensó en cuando hablaron en la tienda de su padre y lo fácil que había sido. Pensó en como encajaron a la perfección los últimos dos días como si el peliverde siempre hubiera estado ahí en su vida.
Si Ferb hubiera decidido no hablar con él después de eso, nada de lo que dijera hoy le haría cambiar de opinión. Al fin habían alcanzado un punto de estabilidad. Podrían estar en la vida del otro siempre que hubiera algo de espacio entre ellos.
Phineas sintió que era más de lo que tenía derecho a esperar, y mucho menos a tener.
Cuando llegaron a la casa de Ferb, el adolescente más alto pateo la lata hacia su manos y luego la arrojó al bote de basura junto a la cera. Luego llevó a Phineas al garaje donde arrojó su mochila.
Phineas siguió el ejemplo de Ferb quitándose la mochila y colocándola contra la pared.
—¿Estamos retomando el trabajo de carrocería donde lo dejamos? —pregunta Phineas, ya preparándose para hacer lo dicho.
No había tanto que pudieran hacer. Tenían dos puertas para el auto que necesitaban lijarse para pintarlas, pero después de eso se quedaron sin piezas una vez más.
—Podríamos —respondió Ferb, tomando una lijadora.
Trabajaron durante aproximadamente una hora, hablando en ocasiones sobre el proyecto, pero sobre todo conviviendo juntos bajo el sonido de Sanders.
Una vez que terminaron de alisar una de las puertas del auto, preparada para que en un futuro se le pusiera pintura, Ferb le indicó que se tomaran un descanso. Phineas dejó la lijadora y los dos chicos se apoyaron contra una de las paredes del garaje.
—¿Hablar o detenerse? —preguntó Ferb mientras apoyaba su cabeza contra la pared, con pereza.
—No quiero demorarme —respondió mientras se giraba hacia el peliverde, sentándose con las piernas cruzadas.
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Apartamento vacío [Phinerb] || Traducción
RomanceTurnpike Tavern es como el hogar de Ferb. El lugar perfecto para fumar, beber y todo los demás que le pueda gustar al británico. Su vida puede no ser tan decente, pero él es feliz. Al menos es lo que él dice. Phineas vive el sueño de estar en la es...